Siempre hubo sospechas y escándalos

Es tan humano pensar bien como pensar mal; incluso el viejo adagio de “piensa mal y acertarás” esta insertado en los archivos de la humanidad como fundamento filosófico permanente hasta nuestros días…
El fanático de nuestras razas -entiéndase latinos-, está acostumbrado a sospechar que una maldad escondida, de factura humana, de malicia premeditada, puede ser capaz de alterar los resultados de la competencia y, a través del tiempo, el boxeo ha estado en la mira telescópica con carácter evidente por supuestas manipulaciones que, en tiempos tan pasados ya como las décadas de los 30’s, los 40’s…muchas veces tuvieron fundamento; pero, otras, sencillamente, no.
Claro, en algunos casos, además de la malicia permanente, casi intuitiva en la mente de millones de fanáticos, la desconfianza en los resultados de las peleas grandes, esas de bosas enormes y utilidades mucho más que generosas, está influida por la mala fe en las organizaciones que han regido hasta hoy en Fistiana.
Una vez leí que, al inicio del round 13 de la primera pelea de Joe Louis contra Billy Conn (foto), casi todos los fanáticos creyeron que el Bombardero de Detroit le estaba dando largas a la pelea con vistas a preparar una revancha cuantiosa en promoción y rica en dinero. Sin embargo, la realidad fue que, al comienzo de ese round, el gran campeón sepia estaba completamente confundido por la técnica del retador y aturdido por su boxeo artístico y su capacidad de asimilación. Si bien Joe Louis tenía las facultades y hasta el derecho, si cabe,
para decidir con un golpe la pelea a su favor, como ocurrió en el propio decimotercero, lo cierto es que, al comienzo de esa vuelta, el gran campeón tenía su corona perdida y su cartel por el piso. En este caso la duda fanática, maldita y permanente, no tuvo razón.
En los anales de Fistiana existen incontables capítulos deprimentes que, sin embargo, no despertaron “la duda fanática” sobre los peleadores: “Young” Stribling es un peleador de fama mundial para la historia; sin embargo, su prestigio y su récord fueron construidos a base del engaño perpetuo, en buen español, “a pala limpia”: sus padres fueron sus propios managers y le arreglaban los contratos más rápido que lo que usted arregla un salidero en una llave de agua. En 1928, Stribling peleó 38 veces y en los meses de marzo, abril y mayo, noqueó a 14 mastodontes consecutivamente sin encontrar resistencia decente en ninguno. Un verdadero escándalo.
Otro peleador de fama perpetua en la historia del boxeo fue el italiano Primo Carnera, a quien hicieron campeón mundial un grupo de raqueteros de primer orden, entre los que se contaron Leon See, Louis Soreci y Billy Duffy. Se dice que en muy raras ocasiones Primo tuvo que pelear de verdad y concluyó su carrera sin que en ninguno de sus pleitos el orden fuera alterado ni ninguna de las organizaciones regentes tomara cartas en el asunto.
Ni a “Young” Stribling ni a Primo Carnera les alcanzó jamás la “duda maldita”, esa forma de pensar con la que se prepara el fanático para escuchar el resultado que procederá a levantarle el brazo al que no vio ganar: “piensa mal y acertarás” que, nadie lo dude, es fácilmente aplicable a cualquier pelea que arreglan en el Garden, pero, sobre todo, en Las Vegas en estos tiempos. Detrás de aquellos, como de estos, están los mismos intereses y mecanismos, lo único que cambia es el tiempo y la técnica para aplicarlos…que nadie lo dude.

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