Si Canelo es culpable, que lo castiguen

Cada vez que escucho algo sobre el dopaje de los atletas, admiro aún más a los atletas y mis ídolos de antaño. Dos de los atletas que más admiro son Mickey Mantle en béisbol, Walter Peyton y Jim Brown en futbol americano y Sugar Ray Robinson y José Angel “Mantequilla” Nápoles en box. Su única droga fue la cerveza y su mejor carta de presentación fue el trabajo duro en el gimnasio para alcanzar ese nivel supremo que caracterizó sus magnificas carreras. Hot dogs, cerveza, mujeres de la calle y trasnochadas, una pésima combinación para un atleta, no evitó que Ruth se convirtiera en uno de los atletas más famosos y productivos en la historia del béisbol. Las borracheras de Mantle fueron legendarias, como lo fueron sus voladas, no solo de bardas, pero de estadios. A Robinson, a mi parecer el mejor boxeador de todos los tiempos, no solo le encantaba el pugilismo, pero amaba también la farándula, las francachelas y los reflectores que venían con el mundo del entretenimiento. Después de cada borrachera y subsecuente cruda, volvía al gimnasio a prepararse para su siguiente compromiso.

En la actualidad, todo mundo y su perro en el deporte buscan una ventaja sobre sus rivales fuera del gimnasio. El ciclista Lance Armstrong, quien ganó múltiples “Tours de France” lo hizo dopado; Mark McGwire, Sammy Sosa y el antipático Barry Bonds establecieron marcas en el “rey de los deportes” usando sustancias prohibidas. Varios boxeadores han hecho lo mismo para domar esa eterna batalla contra el peso y para adquirir fortaleza como el cubano Luis Ortiz y el ruso Alexander Povetkin. Y ahora el mexicano Saúl “Canelo” Alvarez es acusado de dar positivo en dos ocasiones en el uso de la sustancia prohibida Clembuterol.

Canelo, como Eric Morales y Jorge “Travieso” Arce antes que el, dice que dio positivo por haber comido carne contaminada con esa sustancia química en México. El pecoso mexicano ha sido suspendido por la poderosa Comisión de Box de Nevada, la cual lo ha citado el 18 de abril para que les explique qué fue lo que pasó. La esperada revancha contra el kazajo Gennady Golovkin programada para el 5 de mayo está en peligro de suspenderse. Muchos magnates del pugilismo opinan que no se suspenderá el combate porque hay mucho dinero de por medio. Si el Canelo usó esa sustancia prohibida con el propósito de obtener una ventaja, debe ser castigado. Si puede convencer a la comisión que su dopaje fue accidental, que se establezca una multa y que siga el show. No puede salir como Bonds, quien dijo que se untó “the clear” sin saber que es lo que se había untado. Esta es una mentira.

 

El campeón británico Anthony Joshua ha resultado ser otro robot europeo, a lo Klitschko, pero un hombre mecánico más pulido, una especie de versión 2018. Como los hermanos campeones de Ucrania, Joshua es un boxeador alto y muy fuerte, que domina y noquea a sus rivales a base de fortaleza y fuerza bruta. Su caminar sobre el ring es autómata. Con menos precaución y respeto que podría catalogarse hasta como miedo, Joshua hubiera noqueado a Joseph Parker. Nunca lo quiso atacar con furia, porque solo se dedicó a jugar a los jabs con su inferior rival. El estilo aburrido y soporífero de Joshua contrasta con el estilo alegre y atractivo, aunque atrabancado, de Deontay Wilder.

Con un Wilder pesando algunas 225 libras, no 215 como fue el peso que dio en su reciente combate ante Luis Ortiz, el pesado de Alabama podría noquear a Joshua, porque se mueve mejor en el ring. El campeón británico dijo todo después de su aburrido combate ante Parker, menos que sí quiere pelear con Wilder, quien lo ha retado abiertamente a un duelo por todos los títulos pesados del mundo. Hablando de pesados, me gustó el estilo de Dillian Whyte, el otro contendiente británico de peso completo. Whyte tira golpes y divierte.

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