LA NOCHE QUE SE PARALIZÓ EL BOXEO, LA MASACRE DE PARET EN 1962

Benny Paret sags on the ropes as referee Ruby Goldstein keeps a tight hold on Emile Griffith in the 12th round.

Por Andres Pascual

A finales de los cincuenta, el campeón mundial de la división welter, Don Jordán, era el menos confiable y, acaso, el de menos clase de todos los monarcas reinantes. Un rosario de problemas judiciales a sus espaldas; deudas colosales para la época y problemas en el orden de la relación promotor-manager-boxeador, hasta se decía que una grave enfermedad y la especulación era que padecía de leucemia. Cuando comenzó el año 1960, todo el mundo sabía que las horas de este campeón estaban contadas.

En 1960, el cubano Benny “Kid” Paret no era el más capacitado de los retadores de la división welter, tampoco el mejor de los peleadores cubanos de esa división, su superioridad sobre Florentino Fernández era discutible y, tal vez, nula en términos generales y nadie dudaba de que el esgrimista Luis Manuel Rodríguez era muy superior, a tal extremo que ocupó por largo rato, entre 1959-60, el primer lugar en el casillero de la división de las 147 1/2 libras.

En 1958, Luis Manuel había derrotado dos veces por decisión a Paret en peleas a diez rounds y en 1959, también en peleas a diez rounds, Paret había dispuesto de Cecil Short, de Eddy Thompson y de Gaspar “El Indio” Ortega; además, Jose “Chegui” Torres le había sacado unas tablas en Puerto Rico, también a diez rounds.

Pero, en el mes de diciembre de 1959, Paret le ganó por decisión a Charlie Scott y en la revancha, en febrero de 1960, volvió a ganarle otra decisión a diez rounds en el Garden.

Como ocurren las cosas en el boxeo profesional, Paret, de no estar ubicado durante casi todo 1959 en el escalafón, por su victoria a finales de año contra Scott, entró al ranking por la novena posición, porque Scott era el # 3 y por la victoria en la revancha de febrero, pues logró, merced a la influencia de “amigos” que le ayudaban aquí, el derecho a disputarle la faja a un campeón de ningún prestigio, que había perdido por nocaut con el laborioso Federico Thompson en Buenos Aires y que un “corista del ring”, de apellido McFarland, le había ganado por decisión en Baltimore.

En este panorama, Don Jordán solo esperaba que cualquiera se subiera al ring a arrancarle lo que ya no podía mantener por su propio esfuerzo. Y, por las razones que dije antes, la fortuna cayó del lado menos indicado en lo que a clase como boxeador se refiere.

Por tales circunstancias, el 29 de mayo de 1960, en Las Vegas, expuso lo que quedaba de Don Jordan el cetro welter ante el cubano Paret.

Así las cosas, la pelea por el campeonato mundial welter en 1960 solo tenia interés para la fanaticada cubana, que la vio por televisión y por el orgullo solidario de carácter regional, para los países de América Latina como Argentina y Puerto Rico.

La noche del 29 de mayo de 1960, tras una faena en la que tiró muchos golpes ante Jordán, Cuba logró su segundo campeón mundial en la división welter.

Benny Paret no era un pugilista excepcional, tampoco un peleador de atractivo ni de colorido. Su mérito consistía en que era un fajador persistente, tiraba mucho, que hacia gala de aceptable asimilación, aunque no como Gavilán, que era capaz de desconcertar y hasta agotar a sus contrarios.

Paret también tenía un buen jab que manejaba con precisión. Como que en el boxeo el boxeador que no tira no gana ni gusta en televisión, pues el villareño era una ametralladora y convencía al promotaje y a una buena parte de la clientela.

Como campeón mundial, el nombre de Paret se asocia, por lo mediocre y sin ser injustos, al de Johnny Saxton, Tony de Marco y Virgil Atkins, todos de durante la década de los cincuenta.

Paret fue protegido, nadie lo dudó nunca, por los fanáticos de la televisión de este país y bendecido por la suerte que, muchas veces, le es negada a otros con mas clase.

Entonces apareció en el camino Emily Griffith, nativo de Islas Vírgenes criado en Nueva York, quien se desempeñaba como empleado en una fabrica de hacer sombreros femeninos…

Desde sus inicios, Griffith se perfilaba como el tremendo boxeador que realmente fue y, a la primera oportunidad, noquea a Paret arrebatándole el campeonato; pero la pelea fue firmada bajo la cláusula de la revancha obligatoria, que no se produjo porque un grupo de California indemnizó a Paret con $20,000. Y la primera exposición titular del nuevo campeón fue ante el Indio Ortega, al que derrotó por puntos.

Pudiera suponerse que la segunda oportunidad titular de Griffith fuera contra otro peleador, en este caso otro cubano, Luis Manuel Rodríguez; pero no, la suerte volvió a estar al lado de Paret, quien no solo retó al campeón; sino que recuperó la corona en el Madison Square Garden, en uno de esos toma y daca de fajas a que siempre acostumbraba la división welter.

Entonces Paret retó a Fullmer Paret, un miura mediano al que solo había derribado por nocaut Sugar Ray Robinson.

Nadie creía que el cubano pudiera ganarle, ni Manuel Alfaro, su manager, que había dado el visto bueno para la pelea en actitud criminal, ni los promotores, que tampoco escapan al calificativo de homicidas.

Fullmer no hizo quedar mal a nadie y sometió al cubano a un castigo brutal, dejándole en tan malas condiciones que, acaso, fue el que provocó, de manera inicial, las lesiones mortales que sufriría después.

Entonces llegó la noche del 24 de marzo de 1962: la pelea revancha Paret-Griffiths…

Benny Paret había estado haciendo una campaña, para todo el que quería escucharlo, basada en la condición homosexual del nativo de Islas Virgenes, circunstancia que hoy es normal y parte del espectáculo; pero Griffith se molestó y ofendió, tuviera o no razón el cubano, se cayó la boca con la píldora adentro y espero el día fatal.

En aquel momento, Griffith era muy superior a Paret y, cuando el ex-boxeador Ruby Goldstein, en funciones como referí en la antigua Catedral del Boxeo, decidió quitarle a Griffith de encima al cubano, este había recibido a mansalva 26 golpes, a la cabeza mayormente.

Según el cronista cubano Fausto Miranda, fallecido hace poco en esta ciudad y que presenció la pelea en ringside en Nueva York al lado del legendario narrador Buck Canel, luego del décimo golpe Paret estaba herido de muerte y, a pesar de los gritos a Alfaro y a Goldstein, no apareció la toalla piadosa ni la intervención salvadora.

Diez días después, el 3 de abril de 1962, fallecía Paret en el Hospital Roosevelt sin recobrar el conocimiento. Griffith, que le había conectado con saña por los desafortunados comentarios del cubano de solo 25 años de edad al morir, continuó su brillante carrera; sin embargo, dos cubanos, Luis Manuel Rodríguez y Mantequilla Nápoles ganaron decisiones de 15 rounds contra él, en el caso de Lujis Manuel, arrebatándole el título, después recuperado por el neoyorquino de adopción; en el caso de Mantequilla, siendo este campeón mundial en 1970.

La muerte de Benny Paret, el negrito de la provincia de Las Villas en Cuba que, siendo analfabeto logró titulares de noticias al convertirse en campeón mundial welter, casi puso al boxeo al borde del nocaut.

A pesar de que se han producido otras fatalidades, su muerte ayudó a pensar seriamente en la actuación de los referís y de las esquinas cuando un boxeador esté tan seriamente golpeado, al punto de perder la vida si la intervención de los mediadores autorizados se retrasa mas allá de lo calculado; es decir, de lo humano…

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