José Angel “Mantequilla” Nápoles: uno de los mejores boxeadores cubanos y mexicanos de todos los tiempos

Foto por Alma Montiel

Pocas muertes en el boxeo me han podido tanto como la muerte de José Angel “Mantequilla” Nápoles. Me pudo mucho la muerte de Ricardo “Pajarito” Moreno, de Rodolfo “Chango” Casanova, José “Toluco” López y Romeo Anaya. Todos fueron enormes boxeadores mexicanos que murieron en la miseria sin la ayuda, merecida, de un gobierno mexicano, que fue puesto en alto por estos guerreros del ring. Nadie en México, ya sea el gobierno y empresarios que se vieron beneficiados por haber conocido y haberse socializado con estos enormes gladiadores del ring, fueron capaces de brindarles una ayuda económica una vez que envejecieron sin el confort del dinero que ganaron en el ring. Todos esos “amigos” que se colgaron de estos y otros boxeadores durante su época de gloria, los abandonaron cuando ya no tenían nada que exprimirle.

En una de las varias platicas que tuve con el gran Roberto Durán le pregunté: ¿Qué piensas de Mantequilla? “Muy bueno ese tío”, me dijo el panameño, “pero cuando ganaba era mexicano y cuando perdía era cubano”.

Ahora después de su muerte, los mexicanos lo lloran, pero muchas de estas lágrimas podrían ser de cocodrilo, porque nunca le dieron al buen “mantecas” el lugar que se había ganado con su excelencia en el ring como cubano/mexicano representando a México, su país adoptivo. Mantequilla se pudo haber ido a Miami como lo hicieron Luis Manuel Rodríguez y Florentino “El Buey” Fernández después de salir de Cuba cuando la revolución prohibió el box profesional en los albores de los 60s. Mantequilla, Ultiminio Ramos, los entrenadores Cuco Conde y Kid Rapidez escogieron México para vivir. Esto, creo yo, nunca fue valorado por los mexicanos en esos tiempos, durante el apogeo de la carrera de Ramos y Nápoles, y durante su vejez.

Mantequilla Nápoles es mi ídolo. Lo conocí en persona y compartí muchos momentos bellos con él ya de retirado viviendo en Juárez. Me lo llevaba a El Paso y lo metía a un restaurante o a una taberna, y todo mundo lo conocía. Le encantaba la comida china. Durante la convención del CMB en Las Vegas hace algunos 6 años, me topé con el y su esposa Berta. “Campeón (así me decía y me sentía que no cabía en mi), “aquí traigo todos estos cupones para comer gratis, pero quiero que me lleves a comer comida China como lo hacías en Juárez”, me dijo en cuanto me vio. Lo llevé al centro de Las Vegas y después lo traje del brazo, orgulloso yo como pavorreal, por todo el Casino Mandalay Bay, la sede la convención. Cada minuto me paraba la gente que lo reconocía para tomarse un retrato con el. El accedía a tomarse esas fotos sonriente y en pose de boxeador. Fumaba puros de esos baratos que regalan en los nacimientos. Puros corrientes. Le compré unos puros cubanos y el encantado de la vida.

En El Paso, le organicé una fiesta para recabarle fondos. Enseñaba box en los Baños Roma en Juárez, pero no sacaba ni para comer. Reuní a varios amigos y fans en El Paso, les vendí boletos, y pude recaudarle mas de $4 mil dólares. El dinero se lo entregué a Berta, porque Mantequilla me dijo que se los diera a ella. El quería mucho a Berta. En otra ocasión me pidió que le consiguiera una visa para ir a Los Angeles. Lo habían invitado a una función de box y lo llevé a inmigración en El Paso. Al llegar a la ventanilla, los agentes inmediatamente lo reconocieron: “Mira es Mantequilla” y todos los “migras” se acercaron a saludarlo. El permiso fue tramitado inmediatamente.

En México era otra cosa. Las grandes autoridades del box, como el CMB, nunca le hicieron caso. Sabían que vivía en Juárez en la pobreza, pero aparte de darle muy pocos pesos de pensión al mes, nunca lo ayudaron a pesar de que Mantequilla peleó para México en sus años de gloria. El CMB pudo haberle mandado cuando menos unos mil dólares al mes de esos millones de dólares que percibe al sancionar peleas de campeonato mundial. ¡Pero nada! Mantequilla, me atrevo a decirlo, le hubiera pegado a muchos de los ligeros y welters actuales. Que Julio Cesar Chávez, que Juan Manuel Márquez, que Canelo Alvarez y otros. Todos estos se las hubieran visto negras con el cubano/mexicano de Santiago de Cuba.

Estoy seguro que el CMB, basado en México, será de los primeros en estar en frente en el funeral del gran Mantecas. ¡En vida, compadre, en vida es cuando cuentan las cosas! Dice un viejo refrán mexicano.

!Descansa en paz entrañable amigo! Siempre recordaré tu gran sentido del humor durante las numerosas pláticas que tuvimos.

Deja un Comentario