En la reflexión de Xochitl en el WBC Talk, Round 33

Foto: Jorge Najera

 

Como podemos cultivar las creencias y adecuarlas de forma positiva ahora que estamos en el confinamiento.

 

Por Jaime Estrada vidaboxeo@cox.net

Somos herederos de una educación, de una cultura, y herederos de lo que nos forma nuestra familia, siempre estamos expuestos, a influencias externas, que son las que van formando esas creencias, a través de esas influencias vamos creyendo, si somos buenos, si somos adecuados, si nos forma inclusive la autoestima, y muchas veces acomodamos esas creencias a nuestra conveniencia, yo puedo hablar de una experiencia muy personal, y siento que la mayoría de los mexicanos tenemos esa tendencia a ser supersticiosos, a ser tipo negativos, a no creer que tenemos esa capacidad para salir adelante, para ser campeones, para brillar, etcétera. Entonces las creencias son el conjunto de ideas, de pensamientos que nos predisponen para actuar, en otras palabras, es el merecimiento personal, son los principios de acción, y esos principios de acción siempre los podemos elegir. Cuando ya maduramos, podemos determinar en lo que queremos creer, y como esa creencia nos puede predisponer para actuar de forma optima, de forma asertiva y de forma eficiente, las creencias las construimos basados en nuestras experiencias, y es cuando vamos valorando nuestras experiencias  muchas veces, si lo hacemos bien, o lo hacemos mal, es cuando es experiencia negativa, que no sirvo para esto, no sirvo para aquello, y tenemos la tendencia a no sabernos valorar cuando tenemos y cuando logramos el éxito, ese logro personal, tendemos siempre a que los demás nos gratifiquen,  si eres bueno, lo heces bien, si puedes, cuando aquí la decisión es interna en creer en lo que tú quieres creer, un ejemplo de una creencia adecuada es  un deportista que ahorita en el marco del confinamiento el puede decir que las dificultades lo fortalecen, como deportista, trabajara y entrenara para crecer ante la adversidad, no pasa nada que este confinado, yo creo en mi. Y voy a crecer de esta experiencia, ver el confinamiento como una oportunidad para que nuestra familia se fortalezca, crezca y seamos más felices, puede ser otra creencia, cada cual construye sus propias creencias, y estas creencias te van a permitir transformarte. Hay un autor, sicólogo del deporte que explica como el estrés se transforma en una creencia positiva a través de la afirmación, de que el estrés es nuestro mejor aliado, debido a que nos prepara fisiológicamente para actuar y dar el extra, a ser proactivo, entonces la pregunta es: ¿Como cultivar creencias adecuadas, que se pueden cultivar a través de llevar a cabo una rutina, realizar actividades factibles, repetitivas y cotidianas? Hay personas que dicen que para formar un hábito se requieren 21 días, entonces podemos probar esa posibilidad, y trasformar esa creencia en un hábito, y una recomendación que puede ayudar a cambiar tu paradigma de las creencias es por ejemplo, hacer una lista de cosas que tú en lo personal valoras, que te hace creer eso que tu valoras,  y ahí vas a encontrar ejemplos de creencias positivas.  Yo valoro a mi familia, yo valoro mi paz, mi tranquilidad, mi trabajo, mi fuerza, mi espíritu, mi pasión, a partir de esa lista construyes tus creencias.  Y bueno aquí, como siempre añado mi tema de reflexión:                                                                                              El Triangulo                                                                                                                                                                                                                                   Hace mucho tiempo, cuando el ansia de mis pensamientos eran sólo sueños insatisfechos, me inscribí en la escuela de la vagancia, para buscar el esquema de lo que era la vida, todavía era joven y a nadie ni a nada temía, así me adentre en la vanidad y en el egoísmo irresponsable de la monotonía de lo fácil, que con su escudo de risas y alegrías me daban la bienvenida con una palmada de hipocresía. Pero no detuve mi paso en esa esquina gracias a ese afán de seguir buscando el significado de la vida. Me interné después en un camino sombrío, siguiendo el rastro de mi ilusión y me llamó la atención un Valle tenebroso de flores marchitas, pero con sus espinas vivas, crueles y arrogantes. Tuve el ímpetu de alejarme de ese lugar que me inspiraba cierto temor por su imán de atracción, pero en esa esquina una botella de licor me dijo que ella era el amor, brindándome su cálido abrigo que me convenció al embriagarme con una sensación de fuego en mi sangre, después como música a mi oído me susurró que no había otra salida, que ella era la añorada vida que mi alma necesitaba. Así me encontré en un paraíso de miseria, con el calor del dolor y el grito de la impotencia. Pero el fandango y el hastió despertaron mi conciencia, y una noche de brumas nadando en la melancolía, sentí vergüenza de mi propia mentira y escape del yugo de mi insensatez. Ya las arrugas cargaban las pasadas penas y el llanto brotó de mis ojos al recuerdo de lo que quise y perdí, del tiempo que fui feliz y quede desgraciado en la necedad y la soledad. Una sombra como espejo de mi desgracia fue mi guía hacia la esquina que todavía no experimentaba, me invitó a su aposento de serenidad, con malicia y recelo acepté el noble gesto y encontré para mi sorpresa el destino que tanto buscaba, la vida que siempre estuvo en mis sueños de angustia, un rincón agradable donde las heridas del sufrimiento que causaron las otras dos esquinas sanarían.  La esquina de la sobriedad

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