EL NUEVO PRÍNCIPE DEL BOXEO, WARD

| November 19, 2016 | 0 Comentarios/ Comments

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Por Andrés Pascual (sep-9-2012)

En estos últimos años, el público del boxeo ha visto cómo inflaron globos que explotaron por la poca clase para mantenerse en niveles de estelaridad deportiva; o ha tenido que soportar a boxeadores solo buenos que los han impuesto con el laboratorio a mano para ganar dinero y pisotear la historia…

Desde que concluyó la era Roy Jones jr por el desperdicio de sus facultades  con la participación de los excesos ajenos al ring, desde que se apagó su virtuosismo, el fanático boxístico no se había reencontrado con el peleador completo, cuya demostración  estuviera basada en la capacidad física superior  y en la  más absoluta inteligencia, hasta que llegó André Ward.

Parecía que el pugilismo había agotado su esencia como práctica de la defensa personal con el menor grado posible de castigo recibido, porque el boxeo es “el arte de dar y que no te den”, que significa lo contrario a una carnicería entre dos.

Transitar con éxito y trascendencia los pasillos de Fistiana es más, mucho más que caerse a golpes con otro sin control de la defensa que, además de crearle un peligroso precedente a la salud, obstruye la capacidad de decreto de un ganador, porque todas las peleas en las que el ataque prevalece y la defensa brilla por su ausencia son muy parecidas a empates.

La clientela del boxeo que, por falsos conceptos arraigados en leyendas urbanas de pueblos subdesarrollados, prefiere el boxeo callejero de “dos parados ahí dando y recibiendo con instinto asesino y sin intuición defensiva”, es menor que, a Dios gracias, la que disfruta este deporte como deber ser de acuerdo a su objetivo, a fin de cuentas, por algo el soldado está en la guerra disparando desde una trinchera, nunca disparando de pie ante las balas enemigas como un escudo estático y receptor. Y el boxeo es una guerra y la gana el más inteligente y el que más rápido reaccione y se mueva, atacando desde posiciones bien camufladas y defendidas.

Anoche Ward noqueó en 10 rounds a Chad Dawson, un lightheavy natural, bueno, pero que cometió la imprudencia de enfrentar no lo mejor de su peso, sino lo mejor del boxeo desde que Jones jr dejó de brindar cátedra en la asignatura.

¿Qué hizo mal Dawson? Nada, porque nada pudo ante un hombre que lo superó en todo: inteligencia, precisión en los golpes, puntería, instinto, intuición, velocidad de desplazamiento, de manos…

Ward dio lecciones de como se camina el ring, de cómo se entra y se sale sin exponerse peligrosamente al castigo enemigo, pero, sobre todo, de cómo se anula a un buen boxeador zurdo.

La inteligencia de André Ward para el boxeo es la continuación de la que hizo inmortales a la clase genuina del espectáculo. Este joven llegó al boxeo para reanimarlo en un momento en que, por todo lo demás que se conoce y salvo por un par de boxeadores como Mayweathers jr, Juan Manuel Márquez y un Maravilla que ya no deber ser sino el 60 % del virtuoso que fue, no es digno de seguirse por nadie.

Esta comprobado: “Dios aprieta, pero no ahorca”, que Ward esté ahí lo ratifica, porque muchos no siguen este deporte ya y otra cantidad sustancial empacaba bártulos para irse a otro lugar con su música y sus dólares.

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