El dolor de la derrota para un boxeador

La alarma suena a las 4 de la mañana, no importa las horas que dormí, solo sé que me espera un día duro por entrenar. Corro una hora, el desayuno me espera, no lo disfrutó, solo lo como, para reposar e ir al gimnasio a entrenar. Ya toda mi esquina me está esperando, el tiempo es oro y no se puede desperdiciar, mis rutinas cambian, los sparrings también, se acera el día de la pelea, los nervios siempre están presente. Vamos de camino al hotel, la prensa y los fanáticos están esperando mi llegada.

A solo días para mi pelea, ya loco que llegue el día. Los días se fueron como hora, las horas como minutos y los minutos como segundos, el día esperado llegó, el árbitro nos lee las reglas. ¡¡Suena la campana!! Primer asalto de estudio de parte de ambos, termina el asalto, voy de camino a mi esquina, me dicen “Sigue el plan, que se practicó en el campamento”. 2 asalto, 3 asalto, 4 asalto y vamos para el 5 asalto, un golpe de derecha estremece mi cara, no lo vi venir, me mantengo de pie, pero mi rival sabe que no estoy bien, es como cuándo un tiburón huele a sangre, me sigue conectando, pero sigo de pie, un golpe al cuerpo, pongo la rodilla en la lona, miro a mi esquina y sé que me gritan, pero no los escucho, el dolor es al único que le prestó atención y al conteo del árbitro.

Me logro reponer y sólo quiero llegar a mi esquina, se acaba el asalto y todos me hablan a la vez, me mira mi entrenador y me pregunta ¿”quieres continúar?”. Le digo que sí, pero realmente todavía no me recupero del dolor de la caída. Suena la campana y mi rival está confiado, porque él sabe que no estoy al 100 %, un asaltó donde salgo a guerrear, para que vea que sigo de pie y no me rendiré fácilmente, solo faltan 54 segundos, que veía como 54 minutos, pero todo cambió en una abrir y cerrar de ojos, una izquierda bárbara me envía de nuevo a la lona.

Solo veo al árbitro, pero no lo escucho, veo sus dedos tener 7 subidos y me levanto, me mira y me pregunta “¿puedes continuar?”, le respondo que si y volvemos a la guerra, pero de nuevo un golpe al rostro me derrumba, sé que no puedo seguir, aunque mi corazón quiere seguir peleando, mi cuerpo no puede continuar, el árbitro lo sabe y detiene el combate.

Mi esquina me pregunta, si estoy bien y como me siento, solo quisiera que fuera una pesadilla mi derrota, pero no lo es. Tal vez solo tuve una mala noche o mi rival fue muy superior a mi esta noche, podré buscar mil explicaciones, pero nadie podrá cambiar esa derrota en mi record, solo me toca volver al gimnasio y seguir hacia adelante. Ya mañana volveremos a la cima, mi derrota siempre estará presente, pero mi legado también.

Sígueme en Facebook El Padrino Del Deporte.

Deja un Comentario