Antes de que empiece el Round 24- La Terapia de Xochitl Lagarda

Por Jaime Estrada vidaboxeo@cox.net

 

Xochitl entrenamiento mental para motivar al panel y  puso sobre la mesa la relevancia de desarrollar la personalidad resiliente, y el viernes tuvo un invitado de lujo, nada menos y nada más que Julio César Chávez quien se identificó con el tema terapéutico y agregó:                     “Estos son temas a tocar en las clínicas de rehabilitación donde El Primer Paso es la aceptación y creo que es una plática muy interesante”.

Y explicó con detalle Xochitl:

La resiliencia es la capacidad de salir fortalecidos de la adversidad adaptándose positivamente a las situaciones adversas. Muchas personas ya lo traen de manera natural, pero no todas las personas la tienen, por eso la idea de hoy (viernes) es compartir unos concejos con ustedes para que nos ayuden a desarrollarla y yo comparto la idea, de que la persona resiliente, crece, se hace grande, deslumbra, cuando se enfrenta a la dificultad, y no exenta de dolor y de luchas sale victorioso del combate, eso lo vemos muy frecuente en las peleas de boxeo, cuando después de un mal asalto, saca el campeón la casta y propina un cloroformo. Para entender la resiliencia, debemos de tener en cuenta que hay tres maneras básicas de afrontar la adversidad,

Primero es a través de una personalidad pasiva, y ahí es cuando la persona se pone en una actitud de víctima, se tira al piso y se autogenera un aumento de ansiedad y frustración, la segunda es por medio de una personalidad activa y si la adversidad se aborda de una forma resiliente, entonces lo que sucede es que se logra una personalidad de esta índole, más equilibrada de la situación que se está viviendo.
Y la tercera es mediante una personalidad agresiva y es cuando sucede el afrontamiento de las personas que se sienten invulnerables frente a la realidad y no alcanzan a visualizar que la situación ya se modifico, intentan salir solos de la situación, lo cual los lleva a tomar decisiones impulsivas, por todo lo anterior les propongo cinco pautas para adquirir una personalidad activa y resiliente.

La primera es tener optimismo inteligente, pensamiento positivo, entender que tenemos limitaciones y que podemos adaptarnos a la situación  la que vivimos

Segundo buscar el apoyo social que es fundamental que estemos activos con las demás personas, no aislarnos, cuando tenemos un problema

Tercero buscar soluciones y siempre analizar la situación a llevar a cabo y también hacer un análisis estratégico, poniéndonos metas en la situación difícil que estamos viviendo y objetivos medibles,

Cuarto, contabilizar las ventajas de cuando estoy en un proceso de afrontamiento, es muy importante poder identificar, que es lo que estoy haciendo y eso siempre nos ayuda a avanzar y cambiar la estrategia

Y quinto y no menos importante, la espiritualidad, y esto tiene que ver con conectarnos con la trascendencia en sentido de nuestra vida, ese dialogo interior que todos debemos establecer.

Entonces yo se que vamos a escuchar una gran historia de vida con el gran campeón, Julio César Chávez,  y en ella un testimonio de muchos momentos de resiliencia

Y bueno, pues aquí le sigo con el rollo de la superación personal con otro de los poemas del libro Julio Cesar Chavez El Cesar del Boxeo

El león agonizante.                                                                                                                                                                                                           Mi mente pone en su pantalla pasajes de la juventud que quedó atrapada en los cuadriláteros, recuerdo todo el sacrificio y privación por alcanzar el sueño de ser un gran campeón mundial. Pero lo sublime de la aurora de éxitos en el ayer se me convierte de pronto en una pesadilla viva y mi cansado cuerpo exige ya su descanso. Creí en un momento tener al mundo arrodillado a mis pies, pero la triste realidad me hizo entender que nada era mío, que todo era un Con el corazón de león. simple espejismo alquilado. Así, hice exclusiva mi pasión por mi profesión de combatiente de precio ateniéndome primordialmente a mi experiencia y a la suerte de ser quien soy disfracé los sentimientos buenos con una capa que emana de la escoria de la hipocresía. También la disciplina necesaria para competir con seguridad, misma que antes me deleitó, se convierte en una penalidad que me agobia y me tortura junto con mis achaques y desganos. Estoy infectado de un orgullo que me quema el sentimiento como si fuera una peligrosa fiera en celo, pero me aplaco y reconozco que por mi imprudencia le di una puñalada a mi arrogancia. Por eso siento que nubarrones de indiferencia y confusión se apoderan de mi ser y me hacen actuar con fuerza para desafiar a este cruel destino que me convierte en una marioneta más en su teatro de locura, adicto al refugio cálido que brinda el ronco rugir de obsesión, proveniente de la fanaticada alborotada por el espectáculo violento. Porque esta vida es como una droga de ilusión, que también cobija a la enigmática, apasionada y elegante dama, a veces bella a veces perversa que es la fama. No quiero condolencias para mi persona, porque así no voy a curar mis penas, pero sí quisiera darle albergue a la privacidad que me lo pide a gritos, porque desde hace mucho tiempo se me negó el derecho de ser igual que los demás. De las risas y las albricias que me acompañaban hasta la puerta de mi casa, sólo queda su eco delirante, que como viento suave me hace sentir que es tiempo de frenar este ímpetu por pelear y preparar una retirada prudente. Ahora todo está desierto, pocos esperan mi arribo porque vengo sin el éxito que me clasificaba, desaparecieron todos aquellos que decían, estarían conmigo en las buenas y en las malas, no se escucha más música ni festivales. Se desató una avalancha de críticas y otras tempestades en mi contra y para acrecentar mi desdicha, los errores que dejé a la deriva, hoy renacen convirtiéndose en problemas que se lanzan como una explosión que deja libre el agua de la presa, ahogando la senda de mi existencia sin que yo pueda remediarlo. El dilema de mi historia aquí no termina porque aún siento un frío crispante de rabia en el fondo de mi alma, que me hace padecer de este dolor agudo de ya no ser quien antes era, porque ahora sé que nada es para siempre, que todo tiene su punto final.

 

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