PARET EMPEZÓ Y ALÍ MEJORÓ LA VERDADERA “EDAD DE ORO DE LA CHANCLETA”
Por Andrés Pascual
Lea el link debajo, parte del problema recurrente, irreversible y difícil de erradicar, tal vez imposible a estas alturas:
http://boxeomundial.com/gennady-golovkin-se-desahoga-y-destruye-a-canelo-alvarez-en-pocas-palabras/
Sí, destruir hablando, ofendiendo, chancleteando, como a lo mejor no podría sobre el ring: la lengua es buena solamente en estofado, o asada; otro uso es un peligro para todo y todo es todo: principio y final del boxeo de hoy; por cierto, el trainer de GGG, el mediocre Abel Sánchez, que “se quitó una vez, le dieron cranque y volvió a…hablar”, parece que tiene un papel de relativo interés en el sainete, porque no hay Dios que lo haga callar o, por lo menos, decir algo articulado, de valor para el oficio en que la media mercenaria trata de canonizarlo a la cañona.
Antes se publicaba la foto, perfectamente vestidos de traje “corte inglés”, de dos boxeadores que subirían a matarse al ring; pero la instantánea los mostraba sonrientes, saludándose, sentados a la mesa en que firmaban el compromiso laboral de interés mutuo (foto Robinson y Gavilán en 1949).
Salvo algunas ofensas durante la era de la confrontación entre las minorias, por lo general la limpieza y la decencia se imponían; pero lo político siempre ha estado ahí, es la peste, es la mancha y su evolución ha sido francamente cochina y decepcionante para el hombre medianamente inteligente.
La promoción de hoy explota la presentación del odio fabricado en shows decadentes, de mal gusto, que implican el rechazo entre lo que, aparte y por otros intereses y reclamos, llaman “hermanos” entre sí (área latinoamericana); el público goza la farsa.
Guennadi Golovkin casi es un “hermano nuestro para los mexicanos”, para que lo adoren allá, le escogieron el país para su entrenamiento y le pusieron a Sánchez, que, todavía, nadie ve en qué lo ha “mejorado” técnicamente.
Desde la “conferencia de prensa al pesaje”, incluso durante el tour interestatal si lo habilitan, el degradante ambiente concluye con besos, abrazos y hasta justificaciones del ganador solicitando el perdón del hombre “que más odió” hasta 36 minutos antes por haberle ganado (o aceptado el arreglo del pleito); todo y las ceremonias de entrada de los peleadores, con la excepción de las que promueve Al Haymon, dan pena…El incidente de Hopkins mancillando la bandera de Puerto Rico dio rabia, después, seguimiento del guión, ofreció mil disculpas.
Al cubano Benny Paret le fabricaron un estado de odio verbal contra Emile Griffith, por lo grave fue el iniciador de “la gracia”, lo dirigieron hacia la orientación sexual del hombre de Islas Vírgenes; les salió tan mal, que la palabra se queda corta en definir la realidad, porque fue trágico el resultado.
La actitud, la personalidad soez, confrontadora del orden social establecido groseramente hasta su última pelea, que decidieron los hombres que hicieron a Alí, desde Hank Kaplan a Howard Cossell, (ambos judíos, Cossell comunista trasvestido “liberal”, primero que lo reconoció como Mohamed y uno de los poquísimos que justificó su actitud antipatriótica cuando rechazó alistarse para Vietnam: “lo que el gobierno ha hecho contra este este hombre es inhumano e injusto”), representantes al efecto de la fuerza tremenda y asoladora por venir, no tuvieron reparos en pisotear a otros negros para imponer, no al boxeador, sino a otras “nimiedades” de extremo peligro socio-políticas.
El espectro boxístico de hoy es sino la mezcla de la actitud de Alí más todo lo peor del odio buscado para hacer tanto dinero como política racialmente divisora, que confronte la paz y la engavete definitamente; sin embargo, han tenido mucho cuidado y no desempolvan la controntación Paret-Griffith, porque tuvo su base en el odio a los gays, uno de los grupos poderosos que influyen en todo en el mundo moderno, y hasta Pacquiao sufrió consecuencias por atacar al “arcoirisado” de la poderosa Liga que los une y representa.
Como no acostumbraron en Cuba, algunos boxeadores, llegados durante la ola post Casamayor, se han visto arrastrados a las guerras promotoriles y es bueno hacer la aclaración de que la Media, el promotaje y la televisión, han logrado que ¿hermanos?, odien en todos los sentidos a estos pugilistas, a partir de la creacion de estados de opinión cobardes, basados en que no gustan por su estilo, cuando, del estilo que critican, solo son exponentes Rigondeaux y, a veces, Lara.
El colmo es el pisoteo de las banderas nacionales representadas en los shorts, además feos, pedazos de tela satinados en que lo mismo cae la sangre del patriota que defiende valientemente el raro atolón, que la del enemigo; pero, de sumo interés, también la saliva, el catarro y cuanto Dios creó sobre un trapo que es una mayúscula falta de respeto que lo utilicen con intención patriótica representativa.