El próximo 6 de diciembre, el boxeo cubano vivirá un momento histórico cuando Erislandy Lara enfrente a Janibek Alimkhanuly en una de las peleas más grandes de los últimos tiempos para un púgil nacido en la isla. No solo está en juego el prestigio, sino también tres títulos mundiales, un hecho que coloca este duelo al nivel de las contiendas más importantes del año y de la carrera del propio Lara, quien llega con la experiencia de campeón y con la motivación de seguir haciendo historia en el peso mediano.
Desde la recordada batalla de Yordenis Ugás vs Errol Spence Jr. en 2022, el boxeo cubano no veía un escenario de tal envergadura, con una unificación de alto nivel, medios internacionales atentos y un rival invicto y temido como lo es Janibek. Aquella noche, Ugás peleó por tres cinturones y por el reconocimiento absoluto en el peso welter; tres años después, Lara se encuentra ante una oportunidad similar, cargando sobre sus hombros el peso de representar a su país en una cita de calibre élite.
Aunque la mayoría de los analistas consideran que la pelea luce complicada para Lara, el cubano ha demostrado una y otra vez que su grandeza va más allá de los pronósticos. A pesar de su edad, es prácticamente una figura legendaria, dueño de una experiencia que pocos en la división pueden igualar. Su boxeo fino, su lectura del combate y su capacidad para ejecutar planes tácticos de alto nivel hacen que, incluso ante un rival tan complicado como Janibek, se pueda esperar cualquier cosa de él. Calidad y recursos le sobran para convertir una noche difícil en una victoria memorable.
A pesar de que muchos sectores del boxeo no han dado la promoción adecuada a este choque, la realidad es que se trata de la pelea más grande que un boxeador cubano ha tenido desde 2022 y una de las más importantes del calendario 2025. Lara, esta vez algo subestimado, llega decidido a imponer su estilo técnico, su desplazamiento y su veteranía ante un campeón kazajo que ha demostrado potencia, precisión y un dominio imponente de la distancia.
Para Lara, esta no es solo una pelea por títulos; es una lucha por legado. De salir victorioso, el cubano no solo capturaría tres coronas mundiales, sino que también enviaría un mensaje contundente al mundo del boxeo: el talento cubano sigue vigente al más alto nivel, capaz de brillar en noches grandes, silenciosas para algunos, pero enormes para la historia del boxeo latino y mundial.
