Julio César Chávez, Padre tuvo una carrera exitosa como boxeador
(Fotos: Suministradas)
En 1984 Julio Cesar Chávez González se coronó campeón mundial por primera vez y de ahí se forjó como un ídolo combatiendo con quien se le pusiera de frente. Edwin Rosario, Roger Mayweather, Meldrick Taylor, José Luis Ramirez, Hector Camacho, Ruben Castillo, son solo algunos de los hombres que cayeron bajo los puños del “León de Culiacán”. Fue campeón en tres divisiónes, había llenado el estadio azteca a capacidad, cosa que nadie había logrado antes.
Llegó a acumular un impresionante resume de 89-0-1, su vida había cambiado drasticamente de ser un muchacho viviendo en la estación de un tren, a convertirse en el mexicano más famoso del mundo. La vida le sonreía, tenía dinero, propiedades, el amor de un pueblo y una hermosa familia. Estaba rodeado de políticos, estrellas de cine y la música, aparecía en la portada de las revistas más importantes del momento, era el hombre a vencer, se erigió como una gran estatua de hierro a la vista de todos, parecía una máquina imparable pero nunca imaginó que una década tras convertirse en campeón mundial la vida le tenía una amarga sorpresa.
Para muchos, el empate obtenido sobre Pernell Whitaker fue un robo y se vio como que protegieron a Chávez para conservar su imagen de la cual se lucraba mucha gente, eso ponía en duda su invencibilidad. Era un pequeño rastro de moho en aquella estatua de hierro, pero aquella noche en el MGM Grand en Las Vegas marcó el declive de una gran carrera la cual jamás volvió a ser igual, Frankie Randall era la víctima designada a los ojos de los apostadores quienes no veian posible que el llamado cirujano con récord de 48-2–1 tuviera oportunidad de demoler al ídolo azteca.
Las apuestas estaban 15 a 1 testimonio de que nadie pensaba ni remotamente que Chávez perdería ante aquel desconocido. Fue una pelea dramática golpe a golpe y round tras round, ambos se dieron con todo en una pelea memorable. Aunque no desentonó, en cada round Julio se veía desmejorado, su estado físico no era bueno y su vida personal tampoco. Abrazos y golpes bajos hacían ver a aquella estatua de hierro desesperada. Los últimos tres rounds sellaron su destino, en el round 11 Julio bajo la guardia y recibió un recto de derecha que lo mandó por primera vez a la lona. Era algo inaudito, nadie podía creer lo que veian, los apostadores se halaban los pelos de frustración y la decisión final dio la mala noticia.
114-113 y 116-111, fue lo que marcaron las tarjetas dando vencedor al cirujano desconocido que hizo lo impensable, demoler aquella estatua de hierro, más esto no mermó el ánimo y apoyo que su pueblo le tenía, Julio rememoro todo:
“Me fui a mi habitación muy triste, me levante a las 3 de la mañana y no me acordaba que había perdido, fue triste y grandioso cuando volví a Culiacán, 300,000 personas me recibieron, me llevaron hasta mi casa. Gente llorando, calles abarrotadas como si hubiera ganado, Gracias México por tanto amor y cariño”.
4 meses después en la revancha, Julio venga su derrota y recupera su título superligero del CMB causando gran alegría, pero lo cierto es que su carrera nunca volvió a ser la misma.