INMORTALES DEL BOXEO CUBANO, CAMBIOS SIGNIFICATIVOS EN EL ESCALAFÓN
“El pasado no existe” es el grito de guerra, en la Cuba castrista por una cosa y en México y Puerto Rico por otra, pero, si no se conoce, si no se explica en su justo valor, nadie puede estar en control del presente ni proyectar el futuro.
Los tiempos cambian, la mente se transforma acorde con el estímulo moderno y en los deportes, salvo casos especiales, se tiende a enterrar el pasado, tal vez sea parte del proceso evolutivo natural; el caso es que la grandeza de ayer empequeñese hoy ante la opinión del cronista moderno, que maneja al fanático con tanto desconocimiento e injusticia como el propio público, o por sustanciales intereses económicos y hasta políticos. Es una imposición gratuita, una campaña de desprestigio velado, de injusto descrédito.
¿Hasta cuándo mantuvieron los boricuas en el pedestal de “lo mejor de la historia del boxeo puertorriqueño” a Pedro Montañez y a Sixto Escobar? El fanático de la Isla del Encanto, porque la modernidad hace milagros y factura héroes o villanos con más fanfarria y show que ayer, ha de conocer poco de estos gladiadores de verdad, de cuando el boxeo era cosa de hombres, de José Basora, de Cocoa, ni se hable, ni de Chegui.
En México no señalan a Kid Azteca como lo mejor jamás visto en el país hace más de 45 años, pudiera ser que nadie conozca que el upper de los boxeadores de allá, arma principal, demoledora de los peleadores mexicanos, lo puso de moda Azteca y lo registró en la oficina de patentes de Fistiana.
Quizás entre Chango Casanova, Arizmendi, Tony Mar (un cirujano del ring), Salas, Becerra, Ratón y Juan Manuel Márquez, medie un mundo de detalles que identifiquen el adelanto de los tiempos aplicado a la disciplina, lo que no puede esgrimirse a favor de la contemporaneidad es la clase en el ring, el que lo intente es un pecador tan injusto como sacrílego.
En el boxeo, los rankings del odioso libra por libra invitan a mentir, a desaparecer a las figuras grandiosas del pasado como no hacen en lo político, porque a nadie se le ocurriría deponer la figura de Juárez o de Alvizu Campos por otro de factura más o menos reciente, entonces ¿Por qué lo practican en el deporte? Ahí es donde está el detalle..,
Pero el caso cubano es diferente, la sociedad sufrió cambios para mal, el deporte fue transformado en un arma ideológico desfavorable al pugilista y al fanático, que fue obligado a desconocer el pasado nacional en todo.
A los boxeadores los manejaron como a títeres; los incluyeron en un campo donde tenían superioridad evidente, por circunstancias conocidas, sobre el resto de la región y del mundo y eso fue un oprobio. Le cambiaron la fisonomía y la filosofía a todos los factores sociales.
De tal forma grave, que ni un boxeador cubano ni un individuo cualquiera parecen cubanos, no “machan” con lo cubano, hay piezas del crucigrama que no encajan ni a la fuerza, aunque los boxeadores y los peloteros que llegan desde hace 20 años van superando el abismo entre lo cubano y lo que parece cubano.
El caso es de vital importancia: regresan a la raíz o perecen por desconocimiento, por inanición socio-política; o se devaloran en el mercado profesional, o se encumbran ante el público ajeno y el propio negocio sin otra alternativa.
En Noviembre de 1957, los cronistas Jess Losada y José González Barros hicieron una investigación, especie de encuesta en la revista Carteles, para conocer la impresión de figuras de prestigio relacionadas con la disciplina y sus selecciones como “el mejor boxeador cubano de todos los tiempos”.
Inversamente proporcional a la Cuba de hoy, es de suponer que el fanático novísimo, engendrado por el castrismo, desconozca tanto a los boxeadores como a los hombres que opinaron, que, sin orden de importancia, fueron: el ex periodista Manolo Braña, que escogió a Esteban Gallard, Kid Charol; el actor Alejandro Lugo y el Dr Raúl Menocal, a Kid Chocolate; el Dr José A de La Llama, médico de la Comisión de Boxeo durante mucho tiempo en la Cuba republicana, a Kid Gavilán y Mike Rojo, acaso uno de los dos grandes referís del boxeo cubano de todos los tiempos junto a Fernando Ríos, seleccionó a Eladio Valdés, apodado Black Bill.
Como se ve, 5 “entendidos”, 4 boxeadores, dos coincidencias en Chocolate y un gran ausente, EVELIO MUSTELIER, KID TUNERO (foto).
A través del tiempo, por una u otra razón, tal vez por su decencia, porque hablaba bajito y se inclinó por la lectura, porque no fue santero, o porque fue un ciudadano ejemplar, que creó una bonita familia y nunca estuvo envuelto en escándalos, porque hizo casi toda su vida deportiva en la peligrosa y decadente Europa por los encantos que le ofrece al atleta para que practique suicidio en el menor tiempo posible sin contaminarse, por lo que fuera, el caso es que Tunero es olvidado con frecuencia alarmante y, como parte de la gloria cubana de mejores tiempos en Fistiana, que merece mejor tratamiento y mucho más reconocimiento, es el único que no está en ninguno de los Salones de la Fama del boxeo internacional.
Los atletas de alto rendimiento, de nivel y clase internacional, cuando alcanzan la categoría superior se convierten en símbolos, en embajadores de sus países, por lo que la clase moral tiene que marchar parejo con la artística y con la deportiva, en este capítulo, la grandeza boxística de Tunero se multiplicó, porque nunca un boxeador cubano ha tenido el valor de representación patriótica que tuvo el gentil y decente Tunero, a quien le sobran méritos para integrar cualquier Salón de la Fama de los que lo han desconocido hasta hoy.
Pero el tiempo continuó y Cuba fue obligada a abandonar la gran familia boxística regional, entonces aparecieron y desaparecieron nombres que cambiarían posiblemente la encuesta de 1957, para el mundo Luis Manuel, Ultiminio, Legrá y Mantequilla, en igual medida que desparecieron de la base, de la raíz deportiva de su patria,
Cualquier cronista que conozca la historia del boxeo cubano, posiblemente dejaría fuera como lo mejor a todos los que fueron seleccionados en 1957, incluso, porque son profesionales y han cosechado éxitos de importancia, Casamayor y Rigondeaux pueden ser tenidos en cuenta.
De valor a la hora de mencionar a los boxeadores cubanos pre-1975 es que no fue aquella una época de 4 ó 5 fajas, no fue una época en que cualquiera podía ser considerado campeón mundial, porque ganó la cuarta o quinta parte del campeonato de cualquier división.