Benavidez, bajo del ring con el cinturón del AMB y el CMB interino de las 175 lbs, fajados en su cintura.
Por Jaime Estrada vidaboxeo@cox.net
Fotos por Jorge Nájera
El primero de febrero, desde las peleas preliminares en el T-Mobile Arena, las pantallas mostraban vida y milagros de los dos guerreros protagonistas del pleito semipesado. Ambos con su aura de invictos, consientes del panorama de reconocimiento a vuelta de esquina que les esperaba, al pasar la prueba de fuego. David Benavidez por su señoría de 29- 0, con 24 cloroformos fue el favorito en los momios de 2-1 hasta llegar a 3-a-1. Pero los números no le quitaron el sueño a David Morrell, quien con sus 11-0, 9 anesteciados se sentía confidente para hacer historia derrotando a un Monstruo, arrebatándole todo lo que ya había acaparado a su paso por los entarimados.
El primero en pisar el ring fue Morrel, que llegó muy sonriente, como si supiera algo que sólo el sabía, Benavidez llegó acompañado de música en vivo a sus oidos, y el alarido cariñoso del público, dándole su voto de favorito, y Benavidez hizo el saludo de guantes de mala gana con su rival que si hizo ovación de respeto.
En la primera ronda, Morrell hacia su presentación con los brazos protegiendo rostro y cuerpo, y tirando jabs, ganchos, cruzados y sonriendo, Benavidez al contrario, muy serio trataba de abrir brecha a su pegada y hacer estragos inmediata luego.
En el segundo asalto, Benavidez sin prisa, pero preciso en su estrategia de ir mermando a un Morrell, quien también introducía su puntería, sin hacer caso de una pegada más dura que la suya que si le molestaba, el cubano escapaba cuando el Monstruo lo acosaba sin miramientos contra las cuerdas, y Morrel despreocupado tiraba show, en son de burla al hacer errar y poder conectar en una batalla donde la pegada de Benavidez ganaba a leguas en actividad y contundencia.
En el tercer rollo, los disparos de Benavidez seguía haciendose notorios, y se le daba el crédito a Morrell de ser rápido de puños, y también de pies para no caer en la ratonera, por lo tanto, se movía cauteloso y atacaba con el afán de procrear el caos, pero el Monstruo no le permitía demasiados caprichos. Morrell si que estaba gozando el momento y seguía sonriendo, todavia a pesar de seguir perdiendo.
En la cuarta entrada se encerraron en un dame y te doy momentáneo, porque Morrell decidió “un mejor no”, y siguió con su plan de pisa y corre, muy a pesar de los ramalazos a quemarropa que estaba recibiendo a granel, y si respondía con valentía, pero sólo para no ser acribillado en el acto, porque cuando todo pintaba que Morrel se desmoronaría, sacaba las uñas con filo y seguir en la pugna.
En el quinto round, Morrell afinando su jab, trataba de mantener a raya a un Benavidez, quien también trataba de ubicar su jab y atacar a dos manos. Morrell cabeceaba, eludía, se defendía y la audiencia aplaudía por tremenda entrega de ambos gladiadores semi mastodontes.
En la sexta llamada, Morrell seguía moviéndose en zigzag, y como podía escapaba de la jaula donde Benavidez lo quería encerrar, porque el Monstruo en varias ocasiones le mandaba su aviso de “aguas que ahí te voy”, mas Morrell todavía tenía suficiente gas en su tanque de aguante, y se defendía como gato boca arriba. Karina Silva la hermosa esposa de Benavidez, le mandaba un corazon de manos por las cámaras de televisión a su amado.
En el séptimo zafarrancho, Benavidez ajustando el jab de punta y Morrell al alba, para no ser acribillado sin dar tregua en una entretenida riña con el cinturón del AMB de Morrell y el interino del CMB de Benavidez en la línea.
En el octavo curso, salieron los dos con ganas de poner orden en una lucha que ya se antojaba a favor de Benavidez por mas golpes acumulados, poniendo en manifiesto su pegada con tubo, porque como en otros asaltos seguía su plan de recetar duras pedradas a la sin susto.
En la novena campanada, ambos se encajonaron en lo angosto, como si estuvieran en una de esas casetas de teléfono de antaño, pero esa decisión no le convenía para nada a Morrell, quien sacaba la casta de guerrero a prueba de marrazos por doquier. Y el cubano seguía payaseando, pero para nada ganando.
En el decimo tong, Benavidez coordinaba el aterrizaje de sus guantadas, pero no se precipitaba para nada, porque sabía que Morrell era un peligro eminente. Benavidez hacia el pasito de la gallinita ciega en son de burla, imitando a su rival en amores semipesados.
En la onceava rayuela, Benavidez todavía con el control del timón a su favor, daba cátedra de experiencia en la batuta, aunque Morrell se animó y dio su mejor tanda de la noche, mas aparte Benavidez mal parado perdió el equilibrio y le contaron la caída, y si se levantó como Monstruo, poniendo varios impactos de cuidado al sonido del tlin tlin, y Morrel sin respetar el semáforo en rojo, dio un golpe no valido, lo que le costó un punto en su tarjeta.
En el doceavo salto, Morrell decidió jugarse el todo por el todo, pero al sentirse opacado en poder de pegada, ponía en efecto su defensa para evitar un “sanseacabó” y si le enseño a Benavidez la lengua, sintiendo que su reinado invicto tendría ahora una mancha, y termino Morrell otra vez con el pasito de la gallinita ciega.
Se dieron un abrazo como buenos deportistas, y Benavidez declaró que le demostró a Morrell que su mito de Monstruo es real, aunque reconoció que el cubano si fue de mucho cuidado, pero aclaró que el águila no es como la pintaban, porque Morrell no pegaba como le dijeron en la conferencia de prensa. Benavidez también dijo que esta fue la pelea más satisfactoria de su vida porque va sobre la conquista de los titulos de la división de los semi mastodontes. Y con modestia le dio el crédito a Morrell de ser un gran competidor con mucho futuro en el boxeo.
Morrell reconoció que perdió a la buena, que a veces se gana y a veces se pierde, y que esta vez le toco bailar con la más fea, y que por su parte no hay mala sangre, ni rencores de ningún tipo, y prometió que volverá al entrenamiento con miras de una preparación mas adecuada, y quizá en el futuro cercano pueda tener otro baile del oso con el mismo Benavidez.