Ser popular ó no ser popular
¿Qué es la popularidad?, deriva del latín “popularis” es decir, relativo al pueblo, nosotros como personas con vidas “normales” que no están expuestas al escrutinio público formamos un contrapeso, somos un monstruo de mil cabezas al que cualquier personaje público debe convencer y supongo que debe ser terrorífico, ser juzgado y calificado esperando que el pulgar como señal imperial indique: vive ó muere.
El box como expresión humana ha crecido y evolucionado con la sociedad, suele aderezarse con declaraciones de los exponentes, algunas veces desafortunadas con el objetivo único de levantar polémica, explotando los sentimientos de la afición que es quien lo nutre, de este modo podemos seguir la carrera de un profesional y calificarlo desde la perspectiva de “aficionado”.
Esto viene a cuento por la situación actual de este deporte que amamos y respetamos.
Con nombres vigentes como Pacquiao, Mayweather, Cotto, Fury, Canelo, Rigondeaux, y muchos etcéteras (que por no mencionarlos no significa que no sean relevantes) cuya sola mención despierta reacciones que implican un gran negocio de Pago Por Evento, así llegamos a una nueva categoría de calificación, que al margen de la calidad atlética y profesional es quizá la más importante para subir al Olimpo ó permanecer en la esquina del olvido, que no necesariamente es justa ó injusta, es digamos “popular”.
Ese concepto es quizá la única arma de que dispone nuestro profesional para enfrentar al monstruo de mil cabezas y gracias a ella podemos ver imágenes de automóviles lujosos, maletas llenas de billetes, joyas y una vida que nos hace pensar que eso es el éxito pero que al final buscan un objetivo preciso: Gustar ó disgustar.
De esto depende la popularidad que no es sinónimo de aceptación, se puede ser popular como villano, tenemos a Tyson Fury por ejemplo llamando “enano” a un rival que jamás respondió a las declaraciones (el mide 2.06mts. y pesa 117 Kg.) a quien nadie volteaba a ver hasta después de publicar en twitter esa ofensa, iniciando de este modo una escalada de declaraciones y actitudes que construirán una personalidad que amaremos ó detestaremos pero que sin duda le pone en la órbita del ojo público.
Esto enriquece un encuentro que si bien es netamente deportivo, se percibe un fenómeno de bola de nieve que crece con cada gesto ó mensaje que conocemos a través de las redes sociales cuyo protagonismo fortalece esa construcción, así podemos esperar el enfrentamiento de un hombre como Pacquiao que pide a Dios por su rival contra un hombre que gusta denostar como Mayweather, pero que ambos cuentan con una base de seguidores amplia y nutrida a nivel mundial que es el sueño de cualquier boxeador ó deportista, asegurando el último y más importante paso que es “vender” una pelea porque ¿quién no desea ver caer al oponente de su favorito debido a todo ese sentimiento acumulado?
Finalizamos con una cita en latín : Vox Populi, Vox Dei. La voz del pueblo es la voz de Dios.