Tirando Guante: De la Hoya merece estar en el Salón de la Fama

Nunca le sacó la vuelta a nadie. Sin ser un ponchador, se fajó ante los mejores púgiles de su era. Nunca habló mal de un contrincante antes de un combate, con excepción de Julio César Chávez y Fernando Vargas, dos rivales que le faltaron al respeto. A los dos los noqueó con saña en combates llenos de acción. Oscar de la Hoya fue un caballero arriba y abajo del ring.

El Golden Boy fue como Alexis Argüello, quien combatía duro, noqueaba a sus rivales y luego los abrazaba con afecto después del combate. El ganador de la Medalla de Oro en las Olimpiadas de Barcelona en 1992 ganó 10 títulos mundiales en 6 divisiones durante su brillante carrera (130-154 lbs.). El chicano de East L.A. peleó con lo más granado del deporte de su era: Julio César Chávez (2 veces); Pernell Whitaker; Arturo Gatti; Félix Trinidad; Ike Quartey; Sugar Shane Mosley (2 veces); Héctor “Macho” Camacho; Genaro “Chicanito” Hernández; Bernard Hopkins y Manny Pacquiao. Con estos dos últimos boxeadores nunca debería de haber peleado, pero su orgullo lo motivó a realizar estos combates. A Hopkins, uno de los grandes de todos los tiempos, lo enfrentó en las 160 libras, que no era su peso, y a Pacquiao le peleó en el ocaso de su carrera en un peso que de la Hoya ya no podía dar. Pero todos los grandes del boxeo han tenido tropiezos, que comparados con los logros en el ring, son insignificantes.

Aparte de haber sido un púgil excepcional, Oscar fue también un campeón en la taquilla incluyendo pago-por-evento. Su combate ante Mayweather generó 2.5 millones de compras, todavía un record. En un combate en El Paso, Texas ante el francés Patrick Charpentier en 1998 metió más de 45 mil fans incluyendo más de 20 mil mujeres. El Golden Boy fue guerrero y carita. Oscar y Mike Tyson fueron los reyes absolutos de la taquilla en Las Vegas por más de una década.

De la Hoya, 39-6, 30 KOs, recibirá el próximo 8 de junio el máximo premio que puede recibir un pugilista, aparte de ganar una corona: un espacio en la inmortalidad como miembro del Salón de la Fama Internacional de Box en Canastota, Nueva York. Allí se volverá a ver las caras con un viejo rival, aunque esta vez no será en el ring. El boricua Félix “Tito” Trinidad, 42-3, 35 KOs, uno de los púgiles más populares que ha producido la bella isla, lo acompañara en el camino a la inmortalidad pugilística.

Trinidad, quien le ganó una dudosa decisión a Oscar, ganó 5 títulos mundiales y se retiró después de perder una decisión ante Roy Jones Jr. en el 2008. Tito también se midió con lo mejor de su era incluyendo de la Hoya, Vargas, Hopkins, Whitaker y Winky Wright.

Otro púgil de renombre que estará con Trinidad y de la Hoya ese día en Canastota es el inglés Joe Calzaghe, 46-0, 32 KOs, un boxeador que se retiró invicto en el 2008. Calzaghe unificó los títulos de las 168 libras y fue campeón semicompleto. Durante su brillante carrera venció a Chris Eubank, Jeff Lacy, Mikkel Kessler, Roy Jones y Bernard Hopkins.

Aparte de estos púgiles, hay otras personas que pueden ser la diferencia entre una buena y una mala pelea: los réferis. Richard Steele, mayormente recordado como el tercer hombre que decretó un KO a favor de Julio César Chávez sobre Meldrick Taylor en un combate de campeonato mundial cuando faltaban 2 segundos para terminar la refriega. Meldrick había confundido al mexicano con su rapidez y boxeo y ganaba el combate cuando un poderoso derechazo del azteca se estrelló de lleno en la mandíbula de Taylor, quien cayó a la lona muy lastimado. Taylor se levantó, pero Steele detuvo el combate, desatándose una polémica discusión. El réferi dijo entonces que no era su trabajo vigilar el reloj, pero vigilar la salud de los boxeadores. Steele  fue réferi en más de 150 peleas titulares