La Canelomania sigue haciendo de las suyas en Las Vegas

Por Jaime Estrada vidaboxeo@hotmail.com

Fotos: Jorge Najera

El estar presente en la Arena T-Mobile en combate de campeonato súper mediano unificado el fin de semana en plena celebración de la Independencia de México es todo un acontecimiento de lujo.

Y claro, el morbo en el boxeo juega una parte fundamental, pero solo un puñado se gente creían que Berlanga (aunque tuviera palmares de invicto y sea un artista del cloroformo, con la experiencia de 162 triunfos de aficionado) tuviera las armas adecuadas para respaldar sus palabras de que le arrancaría la cabeza a Canelo, y si tenía su mote de suerte, “El Elegido” para la pelea más importante de su carrera, pero los expertos en los momios no se basan en los milagros de lengua y la oferta fue de 2000 dólares a favor de Canelo para ganar 100 dólares.   Estuvieron  presente 20,312 todos al grito desgargantado de ¡Canelo! Y ¡Viva México! Las entradas de los protagonistas con artistas de renombre si espectacular.

En la inicial Saúl tiro poco, pero contundente, mientras Berlanga más enfocado en la guardia.

En el segundo Edgar punteaba para no quedarse atrás, pero Canelo empezaba como acostumbra después de estudiar al rival y a pegar con tubo se ha dicho.

En el tercer asalto, el boricua retrocedía y caía a la lona con gancho cortito de zurda, pero no rajo leña y haciendo muecas de valor se levanto y se enfrascó en un toma y daca y sobrevivió al caos que se le avecino.

En el cuarto asalto, Cuarto Berlanga demostraba que si merecía  estar en la misma tarima con el monarca y como fuera, si estaba en la batalla.

Quinto rollo, Berlanga pego con marrullerías más al sur de la tolerancia, pero se miraba con buena condición y usaba su jab con eficacia.

Sexta llamada, ambos al alba para no caer en el error y pagar con creces su osadía.

Séptimo round, ambos tratando de ganar espacio para sus desplantes, y cayó Berlanga pero esta vez de resbalón.

Octavo asalto, Canelo le puso todos los kilos, pero no pudo derrumbar al neoyorquino que seguía dando lata y no se miraba para nada con ganas de claudicar

Noveno asalto, Canelo ya castigaba a su antojo con toda clase me de disparos a quemarropa, pero Edgar seguía sin intimidarse, y trataba lo mas que podía conectar un golpe de lotería que simplemente nunca se le presento.

Decimo  round, Berlanga sentía la pegada dura, pero negaba que estuviera siendo lastimado y al cierre del asalto se hicieron de palabras.

Onceavo asalto, el boricua se tambaleó, pero sin consecuencias a pagar, y le faltaron segundos al reloj oficial para que quizá Canelo pudiera mandarlo a la meme.

En el último asalto Edgar celebraba y sonreía, por haber aguantado la refriega de 12 rondas, pero si seguía afanado trataba de poner cloroformo en un Canelo que si hizo valer su ley aunque si salió un tanto golpeado.

Al final se abrazaron emocionados y empezaron a dialogar como buenos deportistas que dejan la mala sangre en el pasado.

Canelo ganó unánimemente, y dijo que si pelea con viejos lo critican y si son jóvenes lo mismo, y dijo que su enojo fue por la adrenalina del momento porque es mexicano.

Y aunque digan que no lo pasan ni en foto, si lo siguen y están al pendiente para apoyarlo asistiendo a sus peleas.

El monarca dijo que el talento sin disciplina y la disciplina sin talento de plano no hay nada y concluyo: –“Las Vegas es la segunda casa del boxeo y los mexicanos son los amos y señores en el mundo entero”.

Edgar  confeso humildemente que enfrento a una leyenda viviente y si es frustrante haber perdido lo invicto, pero está contento porque lo dio todo en el ring. Y dice que le dijo a Canelo que es su ídolo y le dio las gracias porque lo eligió, porque un rey se puede dar el lujo de elegir a quien él quiera.                                                                                                                                                                  Y la pregunta de los 200 millones seria si ahora si enfrentaría a Benavidez o al menos a Crawford o seguiría poniendo en el mapa del reconocimiento a boxeadores  que si tienen madera para algún día llegar a ser monarcas, pero que por lo pronto no los conocen más al horizonte de su entorno.