Xochitl Lagarda con su motivaciones para la salud, física y mental en el Round 28 del WBC Talks

 

 

Foto Jorge Najera

Foto: Marlene Marquez

 

 

 

Por Jaime Estrada vidaboxeo@cox.net

 

“Estas pláticas han sido como oxígeno en estos tiempos inciertos”. Y prosiguió:

¿Cómo sería mejor llamarle, confinamiento o una oportunidad? Eso depende de cada cual, como se quiere aprovechar este tiempo, si queremos tener la sensación de encierro, o si lo vemos como una oportunidad para el autoconocimiento.

El auto conocerse que es la primera competencia de la inteligencia emocional, ya que conocernos a nosotros mismos es fundamental, además que es la base para poder desarrollar cualquier de las demás competencias emocionales. Te has preguntado alguna vez ¿quién eres? ¿Qué concepto tienes tú de ti mismo? Y estoy casi segura que a ti te pasa lo mismo que a mí, yo pienso que nadie me conoce mejor que a mí misma, pero la realidad es que no siempre es así, y que pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre quienes somos.

El autoconocimiento es el resultado de un proceso refractivo, mediante el cual la persona adquiere noción de sí misma, de sus cualidades, características, cuáles son nuestras fortalezas, debilidades, talentos, valores, metas, sueños y los miedos también. El proceso del autoconocimiento es continuo, ya que somos consecuencia de todo lo que vamos viendo, hace un mes no eras el mismo que eres hoy, porque nuestra experiencia es distinta a la de hace un año, diez años, vamos evolucionando como seres humanos, y entonces en ese sentido va cambiando también nuestro sistema de valores, nuestro pensamiento, nuestras emociones van evolucionando, es definitiva, somos consecuencia y resultado de todas nuestras experiencias, ya sean positivas o negativas y de cómo las capitalizamos para nuestro desarrollo personal. Todo eso forma parte de lo que actualmente somos, y seguramente con esta experiencia de la pandemia mundial, con el actual confinamiento nunca, nunca, nunca vamos a volver a ser los mismos, el mundo está cambiando, nosotros estamos cambiando, nuestra forma de interactuar etcétera. Entonces, basado en todo lo anterior, hoy tenemos una oportunidad si decidimos ver este vaso medio lleno y aprovechamos para mirar este tiempo de confinamiento hacia nuestro interior.

El autoconocimiento insisto, es uno de los principales pilares del bienestar y del desarrollo personal, es la clave para poder regular nuestras emociones, relacionarnos con los demás, y eso nos ayuda a poder lograr nuestras metas.

Y como ya es costumbre aquí añado otro de mis temas del libro Julio César Chávez. El César del Boxeo para los que no lo han leído:

¿Una pelea más?                                                                                                                                                                                                                                 La sangre que corre por mis venas me quema de coraje y mi ansiedad se revela por esta necedad de seguir combatiendo en los cuadriláteros, porque siempre hay uno esperando su turno para medir su poder con el mío. Me olvidé de cómo decirle adiós a mi oficio, una profesión de peligro que mucha alegría y bienestar me ha brindado y que también me esclaviza con su misterioso encanto de dar candela y recibirla a diestra y siniestra. Oportunidad para abandonarlo no me ha faltado pero me enajené por tantos años probando de todo lo bueno y también de lo malo que brinda el mundo cuando uno es conocido y elogiado, pero hasta la miel empalaga y ya estoy cansado de habitar en este circo de hipocresía con carpas de fieras peligrosas al acecho del error y de personas que fingen vivir en un paraíso de alboroto deslumbrante, donde la risa significa la historia de su propia desdicha y el espejo con vidrio roto guarda la imagen de tristeza melancólica. Hoy compruebo en carne propia que el dinero no lo es todo en la vida, que no hay precio para los sentimientos genuinos del alma. Hay veces que ya no sé qué es lo que busco en las sangrientas peleas de precio, si decidirme a dejarlo todo de una vez y dedicarme a disfrutar el fruto que hace dos décadas sembré, o continuar con ese drama de suspenso que no tiene fecha para claudicar. Durante la hazaña de escalar la montaña del triunfo, acaparé mucho de lo que siempre tuve en mi sueño, pero mi osadía de querer más y más me volvió la espalda y tuve descalabros amargos, que dejaron impresa su huella de burla y desdén. Al final de todos mis argumentos, se derrumba la muralla que edifiqué con ahínco y voy resbalando en la precipitada caída sin fondo, ya no me gusta como en antaño la imagen que refleja el espejo de mi persona, porque no puedo evitar el sentimiento molesto de verme las marcas que me recuerdan los malos ratos pasados. Ni siquiera gozo en la sombra de la alegría fingida que brota en la fría sociedad, siento insatisfacción en mi corazón por toda la crítica en torno a mi persona. ¿Pero que más me queda por demostrar como profesional? Fui medido por mi valentía y elogiado por mi destreza en las guantadas rentadas, y no es ningún secreto que ya no me inspira el triunfo como en mis inicios, estoy listo para la retirada definitiva, pero existe un pequeño problema; tengo unas ansias infinitas de volver a subir al ring para una pelea más.

 

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