Wilfredo ‘Bazooka’ Gómez, de la cima al abismo
(Foto: Suministrada)
La lamentable situación de Wilfredo acontecida está semana, nos hace reflexionar sobre cómo una persona puede salir del abismo, llegar a la cúspide y volver a ese abismo en peores circunstancias que las anteriores, no importa que tan bueno sea o haya sido en su profesión o disciplina deportiva.
Gómez se crio en una pobreza extrema y su enfoque era salir de aquel ambiente hostil y deprimente en el cual se formó, vio en el boxeo el vehículo para lograr su objetivo y vaya que supo sacar provecho de eso convirtiéndose de un niño pobre y sin recursos en la máxima figura deportiva de la isla rodeado de fama y riquezas. Lo que nunca entendió era que aquella fama traería circunstancias que de no saber manejarlas lo llevarían a la ruina cosa que lamentablemente ocurrió.
Dejó de escuchar aquellas voces que procuraban su bien y prestó oído a aquellos que le halagaban y le hicieron crear en su mente una figura de si mismo muy alejada de la realidad, realidad que se encargó de mostrarle su equivocación derribando aquel altar de barro que su ego construyó ocasionando que tocara tierra y en vez de mirar desde arriba mirara desde abajo para que entendiera que tan mortal era.
Ahora viejo, en quiebra y con graves problemas de salud, aquellos supuestos amigos le abandonaron cual buitres al ver que no había carroña que devorar, las mujeres que tanto deleite le daban ya no se acuerdan de él cuando se dieron cuenta de que no había nada más que explotar.
El ídolo que se levantó una y otra vez de los tropezones de la vida, hoy necesita nuestras oraciones y espero que aquella sonrisa al ver a su aún esposa (legalmente siguen casados) y su hijo (de una relación anterior), sea señal de que al fin entiende por fin quienes en verdad le aman y están dispuestos a estar con él en las más adversas circunstancias, ya que en las buenas todos están, porque como cantaba Hector Lavoe:
“Yo soy la fama aquella que la gente reclama, pero nadie quiere comprender”.