UN DÍA COMO HOY SE FUERON JOE LOUIS Y SUGAR ROBINSON
Por Andrés Pascual
Coincidencia, Sugar Ray Robinson y Joe Louis abandonaron el mismo día de diferentes años, voy a ser cursi, estilo “escribidores de boxeo trade mark” de reciente edición, “este valle de lágrimas”.
El día 12 de Abril de 1981 le tiraron la toalla hacia el durísimo ring de la vida al más grande completo de la historia, el Bombardero Carmelita Joe Louis Barrow.
Dice Melchor Rodríguez, historiador de vista fina y paso firme, avalado porque estuvo en el lugar indicado a la hora señalada y carga 90 entusiastas y jóvenes años sobre sus espaldas; que puede ver los fantasmas del boxeo que necesita el “medio unidad” que pretenda escribir con aceptación mediana; capaz de apreciar qué hace o qué deja de hacer un pugilista, que Louis tenía un peculiar estilo de resolver: “te tiraba uno-dos como a una dama, dos golpes sin fuerza que daban la impresión de acariciar el rostro del contrincante”, después, a la velocidad de manos que lo hizo tan famoso como la lentitud de sus pies planos, disparaba la ración con todo el poder mortífero que le aseguró un nicho entre los más efectivos pegadores de nocao punch jamás vistos…
Durante la época que brilló el ex monarca que inauguró “el mimo” del público americano de ambas razas a boxeadores negros, ni abusaban del nocao técnico como acostumbran los referíes de hoy, ni era común que un peleador, aún lastimado más que generosamente, se quedara en la lona esperando la conclusión por la cuenta irremediable, a resultas del golpe fatal, salvaje, de verdadera intención homicida: tenía que estar medio muerto…
No, antes se caían una vez, dos, tres, cuatro…se paraban y seguían soportando y tirando; así era el boxeo del buen tiempo ido, que, algunos neófitos que no han visto más allá de Pacquiao o Mayweathers jr, llaman “viejo”. Entre legendarios hizo la suya el hombre que cumple hoy 35 años de fallecido, el más grande boxeador de la división heavyweight de todos los tiempos.
A Joe Louis, que saldó debidamente como patriota el draft militar a pesar de sus problemas con Rentas Internas y drogas, otro grande del peso, Ronald Reagan, le arregló un paquete de méritos por servicios prestados al país como “clase” durante la 2da Guerra Mundial y lo enterraron en Arlington, camposanto de los Héroes Americanos que lo han sido de verdad, con honores militares.
Joe Louis noqueo a Schmeling en el que consideran con justicia el más importante combate de cualquier división en los anales de Fistiana, porque, sin ser nazi el teutón, Adolfo Hilter tomó tan en serio el enfrentamiento entre “su peleador ario contra un despojo negro americano”, que manejó el asunto como un problema primer orden, de importancia ideológica para el Nacional-Socialismo.
Cuando Schmeling cayó a la lona muy lastimado el 22 de Junio de 1938, dicen que, simbólicamente, la democracia ganó el primer combate contra el totalitarismo de derecha, que condujo al mundo a la conflagración un año después.
Walker Smith no es reconocido en el mundo como celebridad por nada importante, sin embargo, cuando a un joven espigado, muy rápido de piernas y manos lo “rebautizaron” para hacerle la licencia con el nombre de otro boxeador y que iniciara su carrera legalmente, nació el pugilista que identifican desde entonces como la cara, el cuerpo y el alma del boxeo: SUGAR RAY ROBINSON.
Y le llamó “sugar” un cronista que visitó el gimnasio y lo vio fintear sobre el ring y se lo dijo al entrenador del prodigio, a George Gainsford: “ese muchacho flota, se mueve suave y veloz, diría que su estilo es dulce…”, el cronista del Medio Oeste no entendió de inmediato que encerraba en un nombre todas las cualidades como virtuoso del más grande peleador de la historia, la Maravilla del siglo XX o el Profesor.
Robinson fue mejor que todos hasta hoy, porque cumplía cualquier habilidad mejor que otros que se identificaban con aquella en su estilo: nadie atacó como él, nadie ripostó como él, nadie hizo mejor el side-step que él, nadie fue tan inteligente como él, asimiló como alguien fuera de grupo necesitó para ser el más completo, porque pegó como uno de los cinco mejores de la historia.
Robinson, un cirujano de jab por bisturí, ha sido el boxeador más inteligente conocido dentro del ring, después, comparable en capacidad para manejar su popularidad y adecuarla a resultados financieros a favor fuera del cuadrilátero, otro como él, Floyd Mayweathers jr.
El 12 de Abril de 1989, en Los Ángeles, a los 67 años de edad, padeciendo demencia boxística, el cielo mandó a buscar al hombre que nadie se atreve a despojar, incluso ni contradecir, de la faja única e imperecedera que ajustó a su cintura: “EL MÁS GRANDE, LA MARAVILLA BOXÍSTICA irrepetible, no visto antes ni después en los pasillos de Fistiana.
Robinson también respondió afirmativamente al llamado de su patria durante los años de la 2da Guerra Mundial. En la instantánea que encabeza esta cronica, el sgto Joe Louis y un muy joven cabo Robinson, visitan, en 1943, a un compañero herido de guerra en el hospital para veteranos Butler.