STEVENSON, MENTIRAS Y EXAGERACIONES
Mi joven amigo y brillante cronista mexicano Ismael Rubio me envió un “dossier” sobre el heavyweight cubano amateur, tres veces Campeón Olímpico Teófilo Stevenson, que me indujo a escribir este comentario.
El problema con Pirolo (como le llaman en su pueblo), es que sus éxitos como aficionado están ahí; su superioridad en un circuito que pareció hecho a su medida está ahí; pero ciertas contradicciones también.
Hay una idea que mucha gente no expresa por miedo a ser catalogado de exagerado y desconocedor, pero quisieran decirla y es que el cubano “hubiera noqueado a Mohamed Alí”, que basan en su desempeño en el olimpismo; sin embargo, a ninguno se le ocurre ni sugerir ¿Qué hubiera pasado si Joe Louis, Armstrong, Mantequilla, Ultiminio, Alí, Monzón, Durán, Chávez, Leonard o el mismísimo Robinson se hubieran mantenido toda su vida atlética entre aficionados? por decencia, por honestidad y por sportsmanship, que es el resultado de todo lo anterior, deberían.
Voy a comenzar de atrás hacia adelante: Stevenson no “se retiró” porque diera muestras de decadencia, al tipo lo sacó de circulación su más grande fanático, manager y propietario de su cuerpo y su mente, emperador absoluto de la Cuba esclava y máximo tirano y dictador de toda la América, Fidel Castro, cuando su conducta delincuente se les fue de las manos por el consentimiento oficial y contrató a alguien para un atentado a un rival en el amor, o mató a un ciclista manejando ebrio, por lo que nunca fue juzgado.
Bebedor empedernido, capaz de reconocerse a sí mismo un privilegiado al que le permitían cualquier cosa (concesiones que solo le vetaban actividades contrarrevolucionarias, incluso hablar), le hicieron un antisocial, como a casi todos los privilegiados que forman parte del botín ideológico, especie de Hall of Shame de la vitrina de la tiranía, para crear una historia posiblemente indebida y realmente incompleta que funcionara para propios y extraños, como sucede con los mexicanos y el material 100 Leyendas del Boxeo, que incluye al oriental.
En 1968 el boxeador era un larguirucho joven y prometedor que no sabía ni lanzar un jab, menos aún la derecha recta recta. Pero, por su tamaño y su velocidad en el ring, llegaron a la conclusión de que, si lograba tirar los golpes del abecedario, podía noquear en el amateurismo.
Para trabajar con Stevenson no designaron ni a Alcides Sagarra ni a Sarvelio Fuentes ni a ningún cubano que estuviera en trajines de gimnasio en esa época, sino que el Politburó de la URSS, propietario ideológico del país entonces, le envió un sicólogo de la KGB, especialista en el lavado de cerebros de deportistas, nombrado Andrei Chervonenko, que no era titular ni en los Consejos Deportivos de barrio en Moscú y que nunca estuvo en la selección soviética.
Al tipo lo llevaron a Cuba para pisotear la moral deportiva del boxeo cubano histórico, al imponerlo por encima de quienes sabían más que todos los trainers soviéticos juntos; sin embargo Teófilo lo llamó “su padre” y el propio Sagarra, su ayudante, lo consideró “la 8va Maravilla del Mundo”. Por eso nadie entiende cómo el fanático cubano de hoy, aquí o residente en la Isla, eleva a alturas siderales a Sagarra con lo que le sucedió hace más de 40 años, ni cómo le hacen un altar a “la escuela de Enrique Garmuri”, que incluye el rechazo a los Klitschko, cuando Stevenson fue una copia adelantada del estilo de estos ex soviéticos: parado e incapaz de contrarrestar un ataque con decisión, sobre todo de peleadores de menos estatura.
Los setentas sirvieron para que la tiranía incrementara la exportación de la ideología comunista a través, entre otros sectores, del boxeo: en muchos países de Africa y Asia campeaban por su respeto, situación que servía también para romperse anualmente sus propios récordes de participación en sus torneos, porque países como Argelia o Guinea Ecuatorial, aunque fuera con un solo competidor, estarían en eventos como el Campeonato Mundial Habana-74, en Dresde, en el Cinturón de Oro de Rumania o en Minsk.
Entonces era común que, de 25 participantes en una división, por lo menos 15 debutaran o estuvieran en su pelea inferior a 20 como amateurs por evento; es decir, en su vida. Y 50 peleas en el amateurismo es tal absoluta inexperiencia que, cuando saltan al profesionalismo, requieren un tratamiento especial más intenso que el que tenga 100 ó más y hablo de países con boxeo rentado.
¿Cuántos ínvestigadores de la leyenda Stevenson, “campo capitalista”, como los que facturaron 100 Leyendas del Boxeo, se han dado a la tarea de revisar la experiencia de sus contrarios en eventos internacionales, sobre todo aquellos nocaos en la primera y segunda eliminatoria de cualquier evento y hasta en terceras? Por ejemplo, en un torneo de Cuba, Luis Martínez estaba en su pleito # 10 ú 11 cuando Stevenson lo noqueó. Pero cuando al pinareño Angel Milián le robaron la decisión en su primera pelea contra el tipo, no tenía 30; ni Igor Visotski cuando perdió en el Cardín-73 en Santiago de Cuba en el ring y le dieron el veredicto más por lo mal y acobardado que lució Teófilo, a pocos meses de ganar en Munich-72, que por lo que pudo hacer el entonces soviético en el ring.
La frustración de Stevenson ante los hombres que no le temían y lo atacaban sin misericordia era tal que no tiraba, retrocedía, bajaba la guardia en actitud rara y se disponía a recibir de todo, pero, si estaba en Cuba, ningún referí podía permitir que le dieran hasta derrumbarlo, como Pupy Santiago. Eso sucedió en un pleito (el primero) contra Milián.
En 1982, en Belgrado, el italiano Francesco Damiani le recetó la medicina y le ganó apabulladoramente; tres años antes, en 1975, Visotski lo había noqueado con igual tratamiento en Minsk.
Para el fanático cubano “revolucionario” ha funcionado el rechazo de Stevenson a la oferta del millón de dólares en Munich “porque su pueblo valía más”; pero nadie razona que esa no era una época de millones por pelea, mucho menos por la firma; que ningún promotor ni entidad estaban preparados para semejante trato, porque Don King recién comenzaba con Alí y Arum no tuvo nada que ver con el supuesto; o que la televisión de gran demanda, que se encarga de esos pagos fabulosos ni existía y la de entonces no se arriesgaba con un nombre amateur, que nadie podrá decir nunca qué hubiera hecho como profesional, porque no saltó. Entonces, como todas las mentiras del castrismo que muchos creen y no solo en Cuba, el promotor fue un fantasma.
La pelea entre Alí y Stevenson no se produjo porque Castro no quiso, aunque ya en esa época el americano (según él, descendiente de la nobleza de Inglaterra) era el inicio del despojo que es; para evitar comentarios suspicaces, pidió un referí amateur, jueces amateurs, ring de dimensiones amateurs, técnica amateur y sistema de cinco peleas en días consecutivos de tres rounds.
Faltan cosas, pero menos de las que necesita Teófilo Stevenson para que lo suban y mantengan indebidamente en el pedestal que algunos pretenden.
Si la cosa sigue así, cuando el tirano muera, en México posiblemente hagan otra historia sobre este asesino como el inventor del boxeo. Nadie debe dudar de lo que liberales oportunistas son capaces.
Yo conoci a Stevenson personalmente, era el borracho mas grande del mundo.Los amigos lo visitaban en la Habana y no se podian ir en 2 semanas, no los dejaba, no tenia fin para tomar. Dicen los que lo conocian (Puertopadrenses y Tuneros sobretodo) que era cobarde, ahora, buen boxeador si fue. Otro de sus grandes defectos era que andaba por toda Cuba consumiendo en los hoteles sin pagar.Donde llegaba, los camareros y demas se alaban los pelos. Es verdad que arrollo a una persona y lo de la bomba al gallego fernandes o algun pariente tambien dicen que es verdad.
Asi que Pascual, estoy contigo, este tipo fue en muchos sentidos un perro de fidel, al cual cuentan que le tenia PANICO!!!!
pasado. “era” buen boxeador. todo termina
el hedor sale del culo escupío que te hicieron cenizas maricón
¿qué te dolió? no puedes con las verdades, eres hombre Nuevo, no cubano