SI ESTUVO ALGUNA VEZ POR ALLÍ “LO TOCARON”
La famosa tapa al pomo que, popularmente, significa “lo que le faltaba…”: un periódico del sur de la Florida, que se edita en inglés, aunque con algunas contradicciones que no sirven para negar rotundamente la acusación, informó que el cubano Yuriorkis Gamboa “consumió sustancias de crecimiento”.
Un “allegado” al pugilista lo negó, pero, tibio y de forma extraña ante un caso “sin pruebas”, se refirió a que “estuvo alguna que otra vez por la clínica”. Por lo menos para mí es suficiente, no necesito análisis ni a un chivato que lo haya inyectado o “untado”, se dopó y fuera catarro.
Resulta que el Miami New Times destapó una olla de carne humana podrida, al dar a conocer que un tal Antonio Bosh, en una clínica de Coral Gables, le suministró sustancias prohibidas a un grupo de peloteros y al boxeador cubano Yuriorkis Gamboa.
He leído, especie de toalla tirada al oriental que: “la forma como lució en su última pelea desmiente la información”, cuando es al revés: si se suspende la ingestión de la droga para evitar el positivo, entonces flaquean las fuerzas y decae el poder total, lo mismo golpeando, que aguantando, que moviéndose a la velocidad acostumbrada.
Pacquiao es un buen exponente y los jugadores de Grandes Ligas, que por miedo al test, han visto cómo han desaparecido sus números fraudulentos y cómo aparecen lesiones más o menos serias, rutinariamente sospechosas.
Una por aquí, otra por allí… cuando un atleta recae en una contravención moral (recuerde el caso de violencia doméstica), no tiene posibilidades de salvar su nombre ni su reputación; de ahora en adelante, puede noquear a los Klitschkos en una noche, pero no podrá evitar el señalamiento que le reste los méritos como pecador. Es como una mujer, que si mete la pata una vez, ¡Una sola vez!, jamás recuperará su buen nombre, porque, socialmente, el olvido no hace efecto de detergente ni estos tipos de traiciones se olvidan con facilidad.
En medio de una batalla generalizada contra el uso de sustancias, por el peligro que representa para la salud del atleta y por cómo afecta la moral del deporte y la propia del individuo, no es posible que alguien como Gamboa, que tiene que estar más limpio que Mr Clean, porque es parte simbólica de una porción cubana, exiliada, que le necesita como ejemplo; porque, además, se deduce que la tiranía puede estar detrás de los “socios” que lo induzcan a contravenir la política sobre esteroides y otras sustancias para convertirlo en un apestado, empeñe y empañe su honestidad con esa metedura de pata gratuitamente.
Cuando el Miami New Times informó que Yuriorkis Gamboa estaba en su lista negra, con el aditamento de un tipo que, sospechosamente, enriqueció la acusación “sin pruebas” con: “estuvo por allí…” no creo que se necesiten otras para retirarle el apoyo que, supuestamente, merecía. Por lo menos yo lo hice ya.
Hay que conducir investigaciones sobre esto porque hay que parar este asuntico del dopaje. Di se le demuestra a Gamboa que anduvo en eso, deben partile las patas. Si no se demuestra, entonces los acusados deberan demandar al periodico con severidad.
El dopaje en el boxeo va mas alla de la palabrita trampa y de los efectos nocivos que puedieran producir en el individuo que los usa, sino, y lo que es peor, por el hecho de potenciar al individuo, se pone en un riesgo elevado la integridad fisica del rival. El dopaje en los deportes de combate es muy peligroso porque pueden pagar inocentes con su salud y hasta su vida, mas alla de con fallos adversos en los resultados de las peleas.