Roberto Durán pronunció el famoso “no más” y decepción abandonando ante Ray Leonard
Hace 40 años, el 25 de noviembre de 1980
Hay acciones y expresiones que pueden marcar la vida de un hombre. Este podría ser el caso del fenomenal peleador panameño, Roberto “Mano E Piedra” Durán y su famoso “No Más” en aquella celebre pelea frente a Sugar Ray Leonard en el Superdome de New Orleans. Durán afirma que el no dijo exactamente “No Más”; le creemos, pero su gesto de abandono hizo pensar a la afición en una respuesta representada con esas dos palabras. Y eso fue lo que dijo el réferi Octavio Meyrán a la mesa técnica cuando describió en su informe, que el conminó al peleador panameño para que siguiera peleando y este respondió con un gesto que el interpreto como que no deseaba seguir. Meyrán simplemente resumió aquel momento con esas dos palabras: “No Más”.
Durán y Leonard venían de protagonizar una pelea extraordinaria el pasado 20 de junio en la ciudad de Montreal, Canadá. En aquella oportunidad Durán se llevó la votación unánime de los jueces, aunque debemos aclarar que la pelea fue muy pareja y hubo unos cuantos que vieron ganar a Leonard. La pelea fue el acontecimiento del año y la imagen de Durán adquirió dimensiones de estrellato era invitado especial a los eventos más prestigiosos del ambiente deportivo y artísticos. En su país lo recibieron como un héroe y era considerado punto menos que un prócer de la patria. Celebró en grande durante varios meses. En ese tiempo el Cholo vivió una borrachera de felicidad y triunfalismo.
Las dos caras
Pero el tiempo pasó y las grandes celebraciones deterioran las condiciones físicas de un atleta; y mientras Durán vivía desenfrenadamente la felicidad de los aplausos, Leonard andaba pensativo y concentrado, planificando su venganza. La gente del Sugar sabía que Durán andaba totalmente dedicado a la “Dolce vita”. Fiestas, alabanzas, agasajos, alcohol y muchachas bonitas……..Durán era feliz; tal vez, ya ni se acordaba de sufrir en el gimnasio, de sudar, de pararse en la madrugada a correr, se le estaba yendo “El ojo del Tigre”. En otros lares Leonard y su equipo sudaban de lleno en el gimnasio y ya trazaban la estrategia para recuperar el título.
Cuentan que una noche Durán celebraba en un centro nocturno, cuando unos señores se le acercaron y le propusieron firmar la revancha con Leonard. El relato, mitad leyenda mitad verdad cuenta que el campeón panameño le dijo que firmaría si le adelantaban una cantidad de dólares que le permitiría seguir gastando y disfrutando la noche. Al parecer, el contrato especificaba que el combate seria el 25 de noviembre, una fecha muy cercana que no le permitiría a Durán prepararse lo suficiente para un combate tan importante. El Cholo había pasado tanto tiempo celebrando que no había ido a un gimnasio desde hace tiempo. Lo que trajo como consecuencia que su peso había aumentado un tonelaje prohibitivo.
En caso de ser cierta esta versión, Roberto cometió una imprudencia fatal. Estaba gordo y descuidado, tenía que rebajar mucho para dar las 147 libras y la fecha del encuentro estaba muy cercana. Iba a tener que entrenar duro solamente para rebajar. No había tiempo para estudiar planteamientos tácticos, contragolpes, defensas, ataques, sorpresas. En tanto, en el otro campamento todo se iba desarrollando de acuerdo a un plan muy bien definido. Leonard no volvería a caer en el terreno de Durán de pelear a la corta distancia y en el cambio de golpes. Ahora usaría sus desplazamientos de piernas y su técnica depurada para anular la agresividad del panameño.
Además, el moreno de Marylan tenía una carta bajo la manga: se mofaría de Durán para desestabilizarlo psicológicamente. Para ello contaba con su estrategia boxística con su claridad mental, un gran estado de alerta y una superlativa condición atlética. Mientras uno, Leonard, estaba preparado al 100%, el otro entrenó apresuradamente asechado por la amenaza del sobrepeso. Así llegó el 25 de noviembre de 1980. Venía la pelea. Ya en el pesaje, el día anterior, se había visto un Leonard relajado, seguro y con sus objetivos claros. Durán en cambio, se veía intranquilo con una sonrisa nerviosa y con la inseguridad de los problemas de la balanza.
La pelea
Ya en el ring, la suerte estaba echada. Leonard comenzó a desplazarse a pelar a distancia y luciendo una gran velocidad. Durán caminaba hacia el tratando de alcanzarlo y llevarlo a las cuerdas Leonard velozmente se salía y buscaba el centro del ring. Con el pasar de los rounds Sugar comenzó a usar tácticas burlonas y de provocación que comenzaron a irritar al Campeón panameño. Velocidad y estrategia contra torpeza y mal humor; esto era lo que se estaba viendo en el ring. No hubo grandes puños ni calientes intercambios de golpes. Había un hombre muy rápido que se desplazaba y burlaba de su rival y había otro que apenas soportaba su furiosa impotencia.
Finalmente, en el octavo rounds Leonard llevaba clara ventaja en las tarjetas pero su mayor crédito era que Durán estaba furioso y desmoralizado debido a las burlas del retador. Fue así como en el minuto final del round Durán hizo un ademán despectivo con su guante derecho y manifestó gestualmente que no quería seguir. Con gran alegría, Leonard se subió a las cuerdas demostrando su satisfacción. En la esquina de Durán había un desconcierto y una tristeza luctuosa. En Panamá todo era desolación, el Cholo había dado la espalda y dejó el campeonato en New Orleans. Pasó mucho tiempo para que el boxeo panameño superara este trauma y para que Durán se reconciliara con sus seguidores. Pero el tiempo curo las heridas y preparó la escena para un final feliz. Durán logro ganar dos Títulos Mundiales más y sello con letras de oro una carrera gloriosa, aunque el 25 de noviembre de 1980 siempre será recordado con un trago amargo.