Memorias cortas
(Foto cortesía: El Nuevo Diario Nicaragua)
Hay un modo más de hacer las cosas. Y Chocolatito ha sabido sin tener a Beristain o a Dundee en su esquina, resolver con robustez cualquier acertijo en el ring por muy complicado que sea este.
Pero la memoria de muchos es corta o muy selectiva. No sé si la montaña de información que circula les paralice el cerebro, YouTube está ahí y con el, la más reciente presentación de Román González (un año atrás) contra Juan Francisco Estrada en Texas. Quizá un breve cuestionario sirva para poner en contexto mi opinión sobre el nicaragüense.
¿Cómo lució en la revancha contra El Gallo?, ¿Disminuido?, ¿Qué pasó con el supuesto declive? ¿Recuerdan al azteca tambaleante en el doceavo roud ? Rememorar aquella gesta del pinolero es clave. El despojo ocurrido en la pelea como tal, perseguirá al Gallo y él lo sabe, sino reparen su rostro al final del combate. Asimismo ocurrió con Rungvisai en Nueva York. Ojo, no es necesaria la asesoría de “Raymond Reddington” para dilucidar qué pasó.
González vs. Martínez
Román gestiona con acierto los tiempos y logra con ello recordar a la élite -como De La Hoya- sin perder su sello. El 5 de marzo veremos al Chocolatito de siempre, enfocado en cumplir su cometido, utilizando el boxeo como su mejor lenguaje, haciendo un examen pormenorizado de lo que intente el mexicano con una preparación extraordinaria que lo capacita para transitar la ruta completa, si es necesario.
Se habla del poder de Julio César, de su derecha devastadora y de su fogosidad… yo pregunto ¿habrán visto las retinas del Rey Martínez a un boxeador del calibre de Román moviéndose frente a él, con todos los recursos para responder y sobre todo proponer?, ¿Conseguirá superar a Chocolatito acostumbrado a las más altas exigencias?, ¿Será suficiente la juventud que posee Martínez para derrotar a González? ¿O habrá sido muy precoz su intento por conquistar la cima?
Hay mucha verdad en la carrera del tetracampeón. Chocolatito ha dinamitado a sus rivales empleando el mismo perfil: las habilidades naturales que nacieron con él empujándolo hacia la grandiosidad hasta colocarlo en la cumbre. Es el turno para Julio César Martínez. Intentará convertir su verbo en acción, un asunto nada fácil cuando se tiene a un contrincante como Chocolatito, repleto de atributos que han adquirido una enorme dimensión porque aunados a la experiencia y al crecimiento constante podrían ser desequilibrantes.
¿Verlo perder?
La grandeza de Román como boxeador no puede debatirse. Sería iluso discutir la genialidad de García Márquez por su simpatía con Fidel. Los “Cien Años de Soledad” subsistirán después que usted y yo hayamos desaparecido sin que la grandeza del Gabo haya disminuido un tanto. Boxísticamente ocurrirá lo mismo con el legado de Chocolatito, el más brillante en toda la historia de los casillleros chicos. Señores, la vida consiste en eso, dejar algo atrás. La huella de Román para el boxeo es profunda y luminosa. No se puede borrar.
¿Logrará Martínez sorprendernos como lo hizo Ugas frente a Pacquiao? ¿O sucumbirá en el intento? ¡En los puños de Chocolatito estará la respuesta!