Matthysse demolió a Peterson en tres
Lucas Matthysse derrotó por nocaut técnico en el tercer asalto a Lamont Peterson en un combate en peso pactado de 141 libras, sin títulos en juego. El combate fue el fondo de la velada llevada a cabo ayer en el Boardwalk Hall de Atlantic City, New Jersey.
Gigante. Así es hoy la figura de Lucas Matthysse, quien hace unos años supo ser un tremendo boxeador de primera serie, pero en silencio. Atrás quedaron las peleas con Zab Judah y posteriormente con Devon Alexander, en donde para muchos, había ganado el argentino. Aquellas derrotas inventadas, eran en cierta forma necesarias, ya que debía aprender cómo un boxeador debe ganar en el exterior. Matthysse cambió su estilo, le añadió agresividad y lo puso en práctica contra Humberto “La Zorrita” Soto. De allí en más, fue otro boxeador, mucho más enérgico y con la vista puesta únicamente en una victoria antes del límite.
Matthysse demuestra que su pegada es dinamita pura, una fracción de segundo que se impacta sobre cualquier adversario, quien no tiene otra sensación más que la obnubilación inmediata. Las piernas dejan de responder en un abrir y cerrar de ojos. El boxeador es un títere al que le cortaron los hilos y cae. Pesada y estrepitosamente. Justo ahí, en ese momento, nada puede escucharse, ni siquiera se siente el cuerpo golpeando estruendosamente la lona. Tampoco la vista puede percibir con claridad el entorno. No se entiende nada. No se sabe dónde está, ni porqué está así. Solamente el respirar es lo único que continúa, hasta que lentamente se van recobrando los sentidos.
Algo parecido le pasó recientemente a Lamont Peterson. Fue otra víctima de la potencia de Matthysse, que tras esta victoria categórica y espectacular en el tercer asalto, le espera un futuro de gloria y reconocimiento. A su lado tiene a Al Haymon como asesor, con promesas de grandes cosas en su carrera.
Primer Round:
Matthysse y Peterson al acecho, ambos buscan los flancos donde estrellar sus puños. Miden con el jab, y alguna mano al cuerpo para ver la reacción de su oponente. Cada milímetro cuenta en estos primeros minutos, donde de aquí en más, ejecutarán un plan para aniquilar a su contrincante. La mente también está agazapada. Es esperar, observar, para que en el momento exacto puedan conectar sus golpes de poder y así, poder domar a su adversario.
Las izquierdas y derechas quedan en el aire, todavía ningún boxeador se ha impactado con claridad. Hasta que un swing de izquierda se estrella contra el rostro de Peterson, quien no pudo esquivar eficazmente en un achique del argentino, y retrocede. Matthysse avisa de la potencia de sus puños. A pesar de no ser zurdo, advierte que también tiene fortaleza en su mano izquierda. Es un león hambriento de nocaut. Un animal que en cuento tenga la mínima oportunidad, devorará ferozmente a su presa.
Pero Peterson no quiere parecer intimidado. Lanza jabs certeros y veloces para mantener la distancia. El chubutense sigue amenazando con la zurda. El norteamericano se aleja, utiliza el paso atrás y luego el jab, simplemente para que Matthysse no se acerque lo suficiente para poder atacar. Se mueve en forma lateral y abraza a su rival.
Restando 14 segundos para que termine el primer round, el argentino vuelve a conectar un swing de izquierda de la misma forma y en el mismo lugar del cuadrilátero. Peterson solo piensa en mantener la distancia. Mientras se consumen los últimos dos segundos, Matthysse acierta con otro voleado de zurda y lo combina con la derecha. Se puede sentir la fuerza de sus golpes en todo el estadio, que efervesce con cada impacto.
Segundo Round:
El trelewense ya sabe que su potencia se hace sentir en su oponente. Peterson, es consciente de que tendrá ser más rápido con las piernas y contraatacar a como dé lugar. Pero Matthysse ya se empieza a desatar, lanza cruzados de forma quizás estrepitosa, pero que evidencia su deseo de terminar la faena. El norteamericano aprovecha aquel impulso y mueve la cintura para pasar debajo de aquellas manos y pivotea para él quedar mejor armado y en distancia para contraatacar. Pero sus puños no son efectivos, Lucas los inutiliza con pequeños balanceos de cintura y su guante derecho.
Peterson sabe que debe estar atento todo el tiempo o sino, una mano, solamente una mano, podría dar por tierra su anhelo de triunfar. Entretanto, sigue ejecutando el jab para mantener la trayectoria y lo acompaña con pasos laterales que hacen pasar de largo los zarpazos del noqueador. Está atento y casi temeroso. Se concentra más aún para que sus reflejos lo ayuden a evitar el choque.
Matthysse tiene la iniciativa y ataca, sin mucha precisión por ahora, pero él sabe que es cuestión de tiempo. Es lanzar, probar, medir, acertar, demoler y derribar. En un clinch propuesto por Peterson, el campeón interino superligero C.M.B. demuestra su fiereza y sus firmes deseos de terminar el combate por KO. Castiga a la cabeza y luego al cuerpo, aun con su rival agarrando su brazo izquierdo. Hoy, Matthysse no perdona a quien se le ponga enfrente. Hace falta solamente que se pongan en medio de su camino para que aquella persona bese la lona.
Peterson sigue insistiendo con el jab, pero el argentino lo acorrala y castiga ferozmente, al cuerpo, a la cabeza, con golpes de extrema potencia que buscan ablandar la guardia cerrada de su contrincante. En la corta distancia es más que evidente el dominio del chubutense. Quedarse al alcance de su rival parece una idea suicida.
Hasta que logró conectar el uno-dos al rostro de Matthysse. Pero acto seguido, llega la respuesta. Unos veloces ganchos al cuerpo y un voleado de izquierda bestial lo sacan de encima a Peterson. Luego, conecta una derecha implacable que hace retroceder instantáneamente a su oponente. El argentino va en busca de su victoria, con vehemencia, con fiereza, con la mirada de quien busca lastimar y no parar hasta que la persona que esté enfrente se rinda ante sus pies.
Falta menos de un minuto para que termine el segundo asalto, y Matthysse acierta una derecha al cuerpo y luego una izquierda en la frente del norteamericano. Peterson siente que algo no está bien, aquella izquierda le hizo mucho daño. Quiere mover su pierna derecha pero no responde y cae contra el rincón azul. Tiene problemas para estabilizarse, se nota que no está recuperado, pero finalmente se incorpora. El árbitro Steve Smoger le cuenta y luego le da el pase, asiente el boxeador con la cabeza pero apenas se reanuda la pelea, huye de los mamporros su contrincante.
En un intento de clinch apoya la rodilla derecha sobre el entablado pero el combate prosigue. Matthysse lo somete con bravía y luego de que el árbitro los separa, Peterson lanza un voleado de izquierda que se estrella en el guante derecho de su rival. Esa es su forma de decir que todavía puede continuar, por lo menos, es lo que su corazón le dicta.
Tercer round:
En el centro del ring el boxeador moreno intenta con un gancho de izquierda y recibe un cross de derecha que le hace temblar las piernas. Matthysse yerra una izquierda que se dirigía al mentón de su oponente y cae, solo porque perdió el equilibrio por no conectar aquella mano. Hasta él mismo se ríe de lo que pasó. Sin embargo, apenas reinicia la pelea, borra aquella sonrisa de su rostro y continúa su caza. Imprime su izquierda y derecha aunque su rival dé un paso atrás o recurra al clinch. Sigue amenazando con sus puños pero Peterson no se amedrenta.
El norteamericano conecta un buen uppercut de derecha y lo abraza para que el argentino no pueda atacar. Apenas sale de aquel enredo, Matthysse busca con su derecha e izquierda en cross o en uppercut, y sorprendentemente Peterson se prende a la pelea en la corta. Impone su gancho de izquierda y un cruzado de derecha.
El estadounidense está entrando en el estilo de pelea que el conviene al trelewense. Deposita toda su esperanza en resistir y contraatacar en la corta distancia, a pesar de no tener una mandíbula muy resistente y saber que está jugando con fuego. Es un planteo kamikaze, el todo o nada, el noquear o ser noqueado.
Falta cerca de un minuto veinte segundos para que termine la vuelta y Peterson mete un clinch y castiga a su oponente con ganchos, pero rápidamente el tercer hombre sobre el ring los separa. Automáticamente, el campeón superligero F.I.B. lanza un jab de izquierda que para la guardia de Matthysse, quien nuevamente avanza y erra un upper de izquierda, mete la derecha a fondo y el norteamericano utiliza un paso diagonal para hacerla pasar de largo. Acto seguido, los dos boxeadores atacan con el cross de izquierda y sobrevive el de mayor fortaleza.
Peterson cae mansamente sobre el ring. Su torso primero y luego sus piernas acompañan el movimiento. Acostado sobre el ring, no logra entender con claridad lo que pasa. Trata de incorporarse hacia adelante pero no tiene equilibrio, el mundo da vueltas en su cabeza y simplemente se volteó sobre su costado izquierdo. Intenta nuevamente tomar la vertical y lo consigue. Smoger todavía sigue el conteo y le da el pase. Peterson dice que puede continuar casi por inercia, todavía no llega a comprender del todo en qué situación se encuentra. Todo es distorsión.
Se reanuda el combate y Matthysse se inclina hacia su izquierda y sin piedad lanza la zurda voleada, de la que Peterson trata de alejarse con el paso al costado. Pero el argentino insiste y arremete además con la derecha recta que roza al norteamericano. Ya sin posibilidad de concebir un buen equilibrio, Peterson se derrumba y da a parar a un costado del ring, casi contra las sogas, tras un swing de izquierda de Matthysse.
En esa postal, el noqueador todavía amenaza a su vencido rival. Intimidantemente Lucas Matthysse seguía viendo a los ojos a Lamont Peterson aun en el suelo. Cuando Steve Smoger decretó el nocaut técnico en el tercer asalto, el argentino estalló en alegría. El éxtasis del noqueador de origen humilde, que no tiene otro objetivo que lograr la gloria máxima en el boxeo y tener buena cantidad de dinero para que su hija Priscilla, “la luz de sus ojos”-según él-, no tenga que andar trabajando de su misma profesión en un futuro.
De perfil humilde, con un gran corazón y tamaña fortaleza, Lucas Matthysse es el boxeador argentino del momento. A sus 30 años derribó a gran cantidad de boxeadores de jerarquía en menos de tres años. Es, para muchos, el mejor superligero del mundo y está próximo a integrar el ranking libra por libra.
Su próximo combate:
Lucas Matthysse (34(32)-2-0) deberá combatir el próximo 7 de septiembre en Estados Unidos en un escenario a confirmar. En aquella pelea tendrá la oportunidad de unificar su cinturón interino superligero del Consejo Mundial de Boxeo ante el campeón regular, Danny Garcia (26(16)-0-0).