¡LOS NOMBRES, LOS NOMBRES ES LO QUE CUENTA…!
Por Andrés Pascual
Una estelar de un programa no lo es porque uno de los boxeadores sea “el mejor del mundo”, sino porque tenga enfrente a otro que, sin llegar a su nivel, sea oponente de decencia para el virtuoso.
Lo que quiero señalar es que la megapelea, palabra ridícula muy usada hoy, no es posible si no presenta dos “megapeleadores” y dije ridícula, porque he visto algunos de esos combates, registrados bajo juramento olímpico en ceremonia estilo “primera comunión”, presentados durante la promoción como “venidos de otra galaxia”, peores que una bronca callejera en cualquier barrio.
¿Acaso una pelea en la que un boxeador va a moler a patadas a otro es una “megapelea”? ¿Qué me dice de Pacquiao-Ríos, por poco le ponen el cartelito, de exclusiva sensibilidad, “manéjese con cuidado”.
Está bien, un boxeador atractivo para la caja registradora es un gancho siempre, como May jr, Pacquiao, algunos mexicanos, Maidana…pero el cronista debe ser cuidadoso en el elogio, porque pudiera calificar de combate de magnitud sísmica cualquier pala de las muchas que vemos a menudo y eso es un riesgo de la credibilidad más bochornoso aún.
Encabezar un programa PPV da idea de lo mucho que importa uno de los boxeadores o los dos, ahora, si lo que se cuestiona es el valor de la cartelera, pudiera suceder que otro boxeador u otros, en otros pleitos de ese programa, resulten más interesantes por su clase y por la oposición que enfrenten.
El venidero 9 de Abril, en Las Vegas, el filipino Manny Pacquiao, que ha acelerado la velocidad en la caída por declaraciones de contexto “políticamente incorrectas”, colocándose el cartel de homófobo cuando casi todo el mundo acepta la legalidad de la boda gay, situación incómoda para su auréola de político con proyección internacional, porque lesiona la obligada garantía de reflexivo y justo que necesita la figura pública ajena al deporte e incluyendo a este, boxeará el pleito estelar de un PPV contra Timothy Bradley.
¿Qué pudiera pasar? Bueno, que le repita el saco de trompadas de la segunda pelea, o que el asiático esté afectado moralmente porque se vio obligado a dar disculpas públicas. O que, en casos como él, acostumbrado a recibir elogios exagerados por “su humanismo y buena voluntad” ceda, el contrario “vire la tortilla” y prepare la hoja de defunción como estrella del ring del Senador.
Una de dos pasará, pero, lo lógico apunta a que Pacquiao gane la disputa por cualquier vía. Hasta el viernes 9 de Abril será una “vaca sagrada” del ring, ese día necesita llenar planillas de reválida como estelar o se irá de los titulares decentes; es decir, nadie lo comenta, pero la pelea con Bradley será un examen difícil, de extrema importancia para el hombre de Roach, porque una derrota comprometería su futuro a extremos que nadie puede asegurar ahora. Para no abusar de las malas condiciones síquicas previas en que pudiera estar, que el propio zurdo ahijado de Arum se causó, vamos a tratarlo como en su mejor forma hasta tanto…
Sin embargo, sin la fanfarria de Pacquiao-Bradley, esa noche en Las Vegas, al modo mío de verlo, la mejor pelea será la de Gilberto “El Zurdo” Ramírez por la faja supermediana del apodado Rey Arturo, el armenio Arthur Abraham (44-4, 29 KO’s propinados 1recibido).
El caso del Zurdo de México es común en el deporte, un pugilista con clase por arrobas, con disposición y determinación de campeón, no alcanza a llenar la exigencia fanática ni mediática que un boxeador de su talla, una promesa hecha realidad ya, necesita y merece.
Ramírez debe terminar el reinado de Abraham en un peso en que ningún mexicano se ha podido coronar, de antemano, después, es obligado que a este violento aporreador se le comience a tratar como lo que es, sino una de las joyas del boxeo actual.