¿Libra por Libra? “SUGAR” Ray Robinson

Original caption: Chicago, IL: Photo shows Sugar ray Robinson vs. Carmen Basilio in boxing action in the middle weight title bout. Robinson had a body temperature of 103 degrees caused by a viral infection but still the championship fight. March 26, 1958 Chicago, Illinois, USA

Original caption: Chicago, IL: Photo shows Sugar ray Robinson vs. Carmen Basilio in boxing action in the middle weight title bout. Robinson had a body temperature of 103 degrees caused by a viral infection but still the championship fight. March 26, 1958 Chicago, Illinois, USA

Por Andrés Pascual


El único exponente de la clase superlativa en el boxeo ha sido Ray Sugar Robinson (foto contra Basilio en que lanza un upper aparatoso, espectacular, pero sin efectividad).

La grandeza absoluta en Fistiana es Walker Smith (5-3-1921, Detroit; 4-12-1989, California). Creció en Nueva York.

Durante una visita, en 1939, al Salem Crescent Gym de la Gran Manzana, el escritor Jack Case le comentó al trainer de la instalación, George Gainford, mientras observaba a un adolescente y larguirucho peleador sepia que hacia “shadow-boxing”, “ese que tiene ahí se mueve suave, yo diría que dulcemente…”; lo que Gainford reafirmó, “sí, dulce como el azúcar”.

A Walker lo apodaban Smitty; pero, una noche, para poder pelear, necesitó la tarjeta de otro boxeador del club de nombre Ray Robinson, a partir de ese momento, sería el nombre del más grande pugilista jamás visto: “Ray “Sugar” Robinson, a quien la exageración que inventó el plumífero castrista del libelo Granma Elio Menéndez para Kid Chocolate, “El Boxeo Soy Yo”, le queda a la medida.

Robinson sentó las bases del pugilismo moderno con su estilo, representante de la única escuela de boxeo que existe, la americana; el resto, manierismos erráticos, como el soviético, diseñado como prueba de fuerza sin valores ni elegancia, francamente inservible e indigerible para el público del boxeo profesional en este continente.

Robinson no tuvo filtraciones viciosas en su línea de combate, su mano izquierda,  la mejor vista jamás, increíble a la hora de utilizarla en gancho, en swing o en jab. El mejor trabajo de pies de la historia del boxeo y su velocidad de manos y de desplazamiento en el capítulo de los más rápidos posibles; noqueaba con la técnica del pegador, combinando, pero tenía anestesia en los golpes, por lo que podía liquidar inclinando el tronco hacia atrás (muy peligroso y copiado por Alí), o retrocediendo. Era la magia del boxeo.

Imbatible en sus primeras 40 peleas, fue en la # 41, contra Jake LaMotta, que perdió por decisión a 10 rounds. Después sometería al Toro del Bronx 4 veces en revanchas.

Cuando se coronó campeón mundial welter exhibía un récord de 132 ganadas y una sola perdida (contra LaMotta) y 85 nocaos propinados.

La trascendencia del boxeador, derivado de su actividad en el ring, lo presenta como uno de los primeros afro-americanos en convertirse en superestrellas del deporte profesional.

Un nightclub en Harlem, un cadillac rosado, una corte de bellezas femeninas, de bailarines, cantantes, barbero, ayudante personal y hasta un enano, formaron parte de la escena neoyorquina, en igual medida que Frank Sinatra y el Copa.

Robinson se hizo profesional después de ganar el torneo Guantes de Oro de 1939 en la división pluma y el de 1940 en la ligera, en 85 victorias consecutivas como amateur, noqueó a 69 oponentes, 40 de ellos en el primer round.

Luego del Servicio Militar, la actividad profesional del peleador la marcó la rivalidad con el ítaloamericano LaMotta, que comenzó con una brutal decisión a 10 episodios en Nueva York favorable al Profesor y continuó con victoria del Toro en la revancha, que pesó 160 libras, mientras Robinson subió en 147 1/2.

Antes de la Navidad de 1946, ganó la vacante de las 147 ½ libras y dominó la división hasta que doblegó por segunda vez al cubano Kid Gavilán, el 11 de junio de 1949, en defensa titular.

Había concluido la verdadera grandeza del boxeador único cuando abandonó la división welter. Después, aunque un 25 % mejor que la oposición que enfrentó, aunque capaz de brindar un espectáculo fuera del alcance de cualquier boxeador, aunque todavía fuera una máquina, no fue igual de virtuoso como peso mediano, porque no tenía la velocidad que mostraba en welter. En 1950 le ganó la vacante de las 160 libras en Filadelfia al francés Robert Villauneve.

Después de casi cinco años, Robinson y LaMotta se reunieron de nuevo en el Estadio Soldirer’s Field de Chicago.

La pelea fue competitiva hasta el round 7; entonces el campeón tomó control de las acciones golpeando brutalmente al ítaloamericano que, en el 12, se aguantó hasta de la trusa de Robinson para no caer, a efectos el primer knockdown de su carrera. LaMotta respondió malamente a la campana para la vuelta 13; pero, una ráfaga de bombazos que no halló respuesta, obligó al refería a detener lo que se conoce en los anales de Fistiana como La Masacre del Día de San Valentín.

Esa primavera, el campeón y su corte viajaron a Europa, donde celebraba varias peleas semanales. Pero, el 10 de junio de 1951, Randy Turpin le gana en Londres la faja mundial, interrumpiéndole la racha de 91 peleas sin derrotas (88-0-2, 1 NC), por decisión en 15 rounds.

Robinson regresó a casa y dos meses después, en Nueva York, ante 61,370 personas reunidas en el Estadio Polo Grounds, recuperó el campeonato en la revancha contra Turpin por nocao técnico. Casi toda su carrera el Profesor boxeó imponiendo la cáusula de la revancha obligatoria, de la que hizo un arte tan refinado como su boxeo.

El 25 de junio de 1952, iba delante en las tarjetas contra retador de Joe Maxin por la faja light heavyweight, pero 103 grados de calor en Yankee Estadio lo derrumbaron sin efecto de los golpes del campeón. La severa deshidratación le impidió responder al round 14, según se dijo después, estuvo al borde de la muerte.

Seis meses más tarde anunció su retiro. Los negocios y un lance poco exitoso como bailarín a través de giras costosas, ocuparon los siguientes dos años de la vida del pugilista.

Hank Klapan me dijo en el velorio de Fausto Miranda que, tal vez, fue un acuerdo bien pagado para establecer a Marciano como campeón blanco de peso completo, sospechoso al efecto que la entrada del ítalo a la gran escena coincidiera con el retiro de Robinson y el regreso con el adios del Idolo de Brockton…

El 9 de diciembre 1955 regresó al boxeo contra el hawaiano Bobo Olson, entonces campeón mundial, al que noqueó en dos asaltos recuperando la faja mediana. Fue su tercera victoria contra el zurdo de Honolulu.

Si John Updike dijo alguna vez “…el retiro es la muerte…” entonces Robinson murió un par de veces antes de regresar, quitarle la faja a Olson y pelear los clásicos contra Gene Fullmer y Carmen Basilio.

Robinson perdió el campeonato el 2 de enero de 1957 por decisión unánime en 15 rounds, contra Gene Fullmer, en el pleito sufrió una fea herida en el ojo derecho en el asalto # 14.

Pero el 1ero. de mayo lo recuperó al noquear al hasta entonces campeón en 5 asaltos en Chicago. Sobre el golpe que le propinó Robinson, Fullmer le dijo a ESPN hace mas de 15 años: “…me dio con un hook de izquierda que no vi, ni oí ni sentí…” “cuando el tipo saltaba sobre las sogas, le pregunté a mis seconds cuál era la razón y ellos me respondieron, perdiste por nocao, serénate un poco ahora…”

El año 1957 lo cerró Robinson con una derrota ante el campeón welter Carmen Basilio en una furiosa pelea en la que el ítalo-americano terminó con heridas en un ojo y en la nariz, producidas antes del 4to round, pero el “hombrecito de 5’6 (Robinson medía 5’11) se recuperó, regresó y ganó una apretada decisión dividida.

Se ha comentado que Basilio habló por todos los boxeadores que odiaban a Robinson cuando dijo: “…nunca va a admitir lo duro que lo golpeé; ni si Dios baja del cielo lo va a aceptar, pero así lo conecté”.

Carmen Basilio tuvo animadversión hacia Robinson, porque lo ignoró en mala forma cuando se le presentó en los pasillos del Garden para que le firmara un autógrafo para su hijo, entonces le dijo al pequeño, “Te prometo que le voy a patearle el trasero a este altanero y equivocado insolente…”.

Seis meses más tarde recuperó el campeonato en una decisión muy apretada en que le cerró completamente un ojo a Basilio, peleando él mismo con una lesión en la región lumbosacra que le impedía moverse con soltura. Tenía 36 años y era la 5ta. vez que recuperaba el título.

La próxima pelea titular fue dos años después, contra Paul Pender, que le ganó una controversial decisión en 15 asaltos que quiso demandar George Gainford e impidió el boxeador con la frase “Déjalo George, ya lo mejor quedó atrás…”

En 1965 tuvo que pelear 5 veces en un mes, una de ellas por 1,100 dólares. Las deudas oficiales con el IRS y el IBC lo habían manejado como no pudo ningún boxeador en el ring…el campeón estaba liquidado y, cuando Joey Archer le ganó por decisión a 10 rounds, a los 44 años, se retiró definitivamente del pugilismo.

Su última aparición pública fue como testigo de la boda de Jake LaMotta. Vivía en California con Mllie, su tercera esposa.

Acerca de la calificación de “lo mejor libra por libra” para Robinson, existe la duda de si la frase la inventó Paul Vance, hermano de Dazzy, pitcher de los Dodgers de Brooklin, o fue otro periodista de la época.

El 12 de abril de 1989, en Culver City, falleció el único representante, hasta hoy, de lo que que debe ser el boxeo. De Alzhaimer y Diabetes a los 68 años. Su carrera la avalan 175 victorias, 19 derrotas y 6 tablas, noqueó a 109 oponentes, uno murió por efecto de los golpes

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