LA ERA DE LOS TRAINERS “QUE NO ESTARÁN EN LA ESQUINA”

Por Andrés Pascual

Es un “pandemonium”, a veces el peleador tiene en la esquina a toda la familia, la de él y la de su mujer, una vez escribí que, tal vez, lo hacían para ahorrar, para que todo el dinero quedara en casa, porque la mayoría no cuentan con un padre, un hermano o un tío hábil en el oficio y hablo de boxeadores de talla, de campeones mundiales o de prometedores reclutas.

Desde hace rato se presenta el problema del entrenador que “no puede estar en la esquina a la hora y el día señalados”, porque, acaba de confirmarlo el boricua Dulorme, “atiende a muchos boxeadores”.

Para mejorar la mala impresión, el retador de Crawford señaló “aunque si lo llamo sé que me dará un buen consejo…”, que no es suficiente; su preparador es Robert García, hermano de Mikey.

De aceptar todo “lo nuevo” y hay que tratarlo así, un día le vendarán los ojos a alguno en el ring y dirán lo que se les ocurra para justificar la “traición”.

El entrenador que no pueda seguir junto al peleador hasta que el referí levante el brazo del ganador, no tiene por qué trabajar con el pugilista, aunque, como para todo, algo dirán fuera de lugar, por ejemplo, “el lo quiere así…” y es verdad, es su dinero, pero yo escribo lo que entiendo acerca de detalles tan modernos que tienen al boxeo en 3 y 2.

Hay entrenadores del tiempo actual que tienen auxiliares representándolos en el gimnasio, imponen esa poco profesional práctica a fin de acaparar pugilistas y para cobrar.

Emanuel Stewardt acostumbró manejar por “control remoto” a unos cuantos boxeadores, teniendo en cuenta que es HOF y fue muy solicitado, quizás se justifique; pero, ¿Cómo se acepta si el hombre es Pedro Luis Díaz (foto con Solís), responsable junto al turco Oner del fracaso boxístico del mastodonte cubano? me han dicho que Díaz también ha practicado ausentarse de la esquina de algún pupilo; extensivo al firmamento de todos los entrenadores: no existe la mínima posibilidad de acreditar esta situación como positiva para un peleador, desde ningún ángulo que se vea.