LA CLASE MAESTRA DE “CHOCOLATITO” Y LA FUERZA DE GOLOVKIN
Por Andrés Pascual
Willie Monroe jr es bastante rápido de pies, estiloso, tal vez contra otro contrario de nombre en titulares pudiera hacer más que contra Guennadi Golovkin, al que desconcertó durante un round, incluso lo ganó en las tarjetas, pero no pudo no supo o no quiso mantener el ritmo de pelea y decidió soportar el empuje del kazajo retrociendo a las sogas, único lugar no recomendable a un zurdo porque no puede maniobrar, sin embargo, la presión que pone el campeón mediano es tal, que parece que nadie es capaz de romper su inercia “siempre adelante”.
Golovkin camina aceptablemente el ring, por momentos se perdió ante los sidesteps de Monroe jr, que no pudo mantener la velocidad que requiere la riposta así, entonces concluía cada round de espaldas a las sogas sin poder salir…
Raro en el boxeo de acuerdo al desempeño de un pugilista brillante, en contra del manual, el ganador golpeó contundentemente al retador con golpes de zurda sobre el jab de Monroe, dejando libre la capacidad de respuesta con la mano natural del dice que descendiente de cubanos, que pega menos que mi nieto Joel Luis.
Sí, Golovkin pega como hace y boxea con capacidad técnica aceptable ante peleadores que carecen de cualquiera de las dos o de una de las virtudes boxísticas; además, está convencido de que el contrario no puede lastimarlo, razón por la que será difícil que muerda el polvo a corto plazo, por la seguridad en sí mismo, por la determinación que le da saber que, prácticamente, dentro del ring hay un solo hombre ajeno al referí, que, como se sabe, no está supuesto a golpearlo.
A través de la historia, para ganarle a boxeadores como Guennadi Golovkin, cuya capacidad destructora supera el conocido “power punch”, es obligatorio boxear mucho más que lo enseñado por Monroe, hay que pegar lo suficiente para alterar la tranquilidad del ritmo y la estrategia del ex soviético, obligándolo a preocuparse, aunque sea el mínimo, de recibir algún impacto de interés.
Sin embargo, y no intento restarle méritos, realmente a GGG no le han puesto hombres que puedan contrariarlo, que golpeen lo suficiente como para obligarlo a cuidarse y los hay, por lo menos Canelo Álvarez no sería “jamón”, porque, aunque no es un gran boxeador, tira, da duro, asimila y no tiene “marcha atrás”; vamos a esperar por…o a que suceda lo mismo que con la Pac vs May jr, que están brindando las entrevistas desde asilos geriáticos y “cañampúos”.
Otra vez: lo imponente que parece Golovkin tiene mucho más que ver con la era actual de la división mediana, decadente y sin la cantidad de figuras capaces de brindar espectáclos acordes con lo que ganan; porque, a fin de cuentas, el kazajo no es una maravilla del boxeo, sino muy bueno sin ribetes de fenómeno; prácticamente ha hecho un récord de 33-0 con 30 nocaos contra peleadores de regulares a mediocres, dato que nunca tienen en cuenta sus “incondicionales”, sobre todo de la prensa, que escriben cualquier cosa por beneficios, por lo general, acordados de espaldas a la publicidad.
Lo mejor del programa en el Inglewood fue Román González, el nicaraguense sensación del que no se cansan de decir que “sigue los pasos de Alexis”, sonsonete desafinado, porque Chocolatito es mejor que el Flaco, más técnico, más convincente en todo que el ex triple campeón asesinado por los rojos castristas a cargo en Managua.
Incluso mejor pegador, que tumba a base de combinaciones, masacra, apolisma, nunca buscando un mandarriazo definitorio, pocas veces efectivo, bueno para armar bulla por la rutina del nocao técnico, tan de moda hoy.
González, que, como Alexis, es triple campeón, promedia 86 % de anestesiados, tiene 43 ganadas y 37 fuera de combate incluyendo a Sosa, que lo despachó en el segundo después de tumbarlo 3 veces.
Este peso mosca es uno de los tres mejores libra por libra de la actualidad, a mi modo de ver, el más completo, que brilla y ayuda con su presencia a una división en que los oponentes son buenos siempre, un peso en el que, historicamente, no hay bultos.
La seguridad y la confiaza en su poder, en sus habilidades innatas, en su capacidad boxística, pudieran elevar a González al pináculo de su peso cuando se retire; al concluir su brillante carrera, este joven estará en el selecto grupo de lo mejor libra por libra de todos los tiempos, quizás como el mejor mosca que hubiera calzado guantes de boxeo en los anales de Fistiana.