Jaque al rey: Análisis Cotto-Martínez

Foto1: Rich Schultz/Getty Images

Ni el más pesimista pudo imaginarse el desenlace de “Maravilla” Martínez de esta manera. Los relatos de todos los argentinos en transmisión, fueron ahogados caída tras caída. No había palabras para describir lo que se vivía. Parecía una pesadilla, algo irreal que no podía ser posible. En Argentina, la angustia le comía la garganta a la gente, mientras reclamaban la recuperación del argentino, como aquel último round ante Julio César Chávez Jr. Pero esta vez, Martínez no estaba ni a un 30% de sus capacidades físicas.

Erguido en demasía, descoordinado, sin la estabilidad para lanzar los golpes o para absorberlos, irreconocible. Culpa de aquella rodilla derecha que nunca encontró normalidad. Jamás pudo asentarse en el tapiz y en muy contadas ocasiones, logró lanzar sus manos a máxima potencia. Se lo notó sin ritmo y fuera de distancia, probablemente por los poco más de trece meses de inactividad que tuvo, sumado a las escasas sesiones de sparring que realizó. Su precisión, la velocidad y sus reflejos, parecían haberse desvanecido. Cada movimiento, fue un suplicio para el argentino. Trató de sobrevivir en un campo minado de lesiones.

El combate estaba definido desde antes de haber comenzado. Era apreciable desde el primer segundo, que Sergio no estaba bien. Cuando se desplazaba hacia la izquierda, movía primero la pierna derecha y luego la izquierda (En el boxeo, se camina de la forma opuesta), como un rengo que rápidamente apoya el otro pie para sentir el menor dolor posible. Nunca tuvo estabilidad y ante cualquier embate de Cotto, daba la impresión de que estaba a punto de desarmarse.

Fue arrinconado por el boricua con extrema facilidad. Lento de manos e incapaz de desplazarse, nunca pudo hacer valer su alcance de brazos, ni su mayor estatura. Porque para eso, necesitaba las piernas, un factor elemental en cualquier boxeador, y más en un estilo como el suyo.

Solamente su corazón y su orgullo, lograban levantarlo de aquellas tres caídas. Como un verdadero campeón de raza, nunca quiso claudicar. Pero el cuerpo, le fue pasando factura round tras round.

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Miguel Cotto, un hombre con vasta cantidad de guerras disputadas sobre el ring, y quien probablemente se midió ante la mayor oposición posible, fue inteligente para no perder la paciencia, para ser un sicario frío y no desesperarse en busca del KO. Parecía el verdadero mediano natural. Hay que destacar que en pocas ocasiones presionó. Le alcanzó con atacar, con el cross de izquierda como su arma predilecta y cerrarle los caminos. La guardia baja de su rival, le ayudó a que conecte cada envío. Le ganó en todas las distancias y se podría decir, que con cualquier golpe.

Freddie Roach, el entrenador de Cotto, fue un eslabón de suma importancia para elaborar esta victoria. Tuvo aquellos doce rounds previos con Julio César Chávez Jr para estudiar a Martínez y tejerle una tela araña donde quedaría atrapado. No pudo hacerlo con el mexicano, pero esta vez se tomó revancha con Cotto, un boxeador que sabe achicar el ring, conoce el oficio y que trabaja perfectamente en la corta distancia. Además, el boricua llegó mucho más liviano que su rival, lo que le permitió conservar la velocidad y su potencia.

Cotto es un boxeador que no perdona cuando ve la oportunidad. En inferiores condiciones, fue prácticamente un suicidio subirse a un ring ante un púgil de esa envergadura. En el primer nivel, los errores se pagan caros.

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Sergio Martínez, no mereció retirarse así, con tanta vergüenza encima. Es el mismo boxeador que llegó a ser el tercer mejor libra por libra. El mismo que alguna vez, paralizó a un país entero. Dejó todo sobre el ring, cuerpo y alma en el boxeo. Nunca puso excusas. Siempre recurrió a su corazón y a su mentalidad ganadora del “todo es posible”. En muchas ocasiones combatió con diversas lesiones, pero éstas nunca le habían impedido sacar a flote su corazón de campeón.

Según las estadísticas de CompuBox, Cotto dobló en cantidad de golpes acertados a su contrincante (212 del boricua, por 100 del argentino). Desde su pelea ante Matthew Macklin (7 de marzo de 2012) que Martínez cae como mínimo, una vez en combate. Ante Murray, hubo otra caída que debió ser contabilizada y frente a Cotto, sufrió cuatro knockdowns que jamás había sufrido en toda su carrera. El último parte médico que solamente destaca una fractura de tabique nasal, no llega a reflejar ni por asomo, las dificultades que tuvo en combate.

En esa última mirada al público del Madison, antes de comenzar el combate, él supo, que sería la última. En sus ojos, se mezclaba tristeza, nostalgia y esa pizca desafiante que su temperamento siempre deja en terrenos adversos.

Por todo esto, se puede decir que Cotto, su edad y principalmente sus lesiones, lo han puesto en jaque al ex rey mediano del CMB. Ahora, tiene un combate más que cumplir, según el contrato con HBO. Tendrá que decidir su próxima jugada, de vital importancia no solo en su carrera, sino también de su propia integridad física. Es mejor retirarse con una derrota contra un gran campeón, como Cotto, que perder ante un boxeador sin pena ni gloria, y correr el riesgo, nuevamente, de no poder volver a caminar como una persona normal.