Hopkins vs Kovalev / Gracias, viejo
HOPKINS Y KOVALEV, DOS GRANDES CAMPEONES
El tiempo pasa para todos, por ello cuando presenciamos un elemento que parece quebrar esta básica norma biológica no podemos evitar sentir que estamos ante algo extraordinario. ¿Cuánto puede durar la carrera de un boxeador? ¿Hasta los 35? ¿40 con mucha suerte? En muchos casos en la treintena hay púgiles que están ya acabados.
Con esto solo quiero decir que no debemos dejarnos someter por la dureza de la realidad, esa que cuando menos te lo esperas destruye cualquier atisbo de excepcionalidad. Porque la noticia no debe ser que anoche, Bernard Hopkins (55(32)-7-2) a sus casi 50 años fue superado sin paliativos por el invicto púgil ruso, Sergey Kovalev (26(23)-0-1), por una decisión unánime de: 106-120, 107-120, 107-120. Para mí, el titular de este combate no puede ser otro que existe un hombre ha amado tanto a este deporte como para, besando el medio siglo y sin nada que demostrar, subirse a un ring con el que es, probablemente, uno de los tres boxeadores más peligrosos del momento. Esa es la noticia.
Hopkins entró al ring de pie, como siempre, y salió de pie, como pocos de los que han tenido la desgracia de porfiar con Kovalev. El combate de B-Hop, no obstante, no fue bueno. Su rival dominó desde el inicial tañido de la campana, con la paciencia y el contraataque como armas preponderantes, y demostrando a sus críticos, que no solo es poseedor de una de las mayores pegadas del panorama actual, sino que cuenta con unos fundamentos boxísticos de primer nivel.
Era el favorito, sí, cómo no podía serlo con veinte años menos que su contrincante, mas debía demostrar que esa diferencia que otros tantos no habían podido plasmar en el ring, era tal. Así, un Hopkins especulativo, en continuo movimiento, y con nula agresividad ante el poderío de su rival, vio cómo tras una de las pocas manos que pudo lanzar, Kovalev lo mandaba a la lona en el primer round.
Se palpaba la tragedia, Hopkins podía ver su carrera cerrada luego de solo 3 minutos de combate. Pero se recompuso, supo defender como tan bien él lo hace, cabeceando, basculando y jugando con las cuerdas, y también, dicho sea de paso, se aprovechó del respeto de su rival, que no se relajó pero que tampoco buscó hacer sangre cuando podría haberlo hecho.
Podemos decir que la historia del combate empezó y terminó aquí, porque más allá de un par de buenas combinaciones, Kovalev no sintió en ningún momento el poder de Hopkins, y se limitó a rascar rounds mientras su terrible derecha esperaba a la contra. Fue en una de estas cuando la leyenda estuvo a punto de ser abatida, empero otra vez Hopkins logró continuar en pie de manera preconizable.
De este modo cayeron los rounds hasta que en el último B-Hop conectó un par de buenas izquierdas que levantaron al público. En ese momento, Kovalev explotó. El combate terminó con un furibundo ataque del ruso que evidenció en que escalón de sus carreras se encuentra cada uno: Kovalev con mucho por dar y la leyenda estadounidense con demasiado ya entregado.
Esta victoria es capital para la carrera de Kovalev. En un panorama pugilístico en el que las grandes estrellas escasean, vencer con esa superioridad de un boxeador de la categoría de Hopkins te hace subir de escalafón. De simple campeón, pasas a estrella a batir, y aspirante, como no, a mejor boxeador libra por libra. Muchos soñamos con ver en un futuro próximo con el otro campeón de la división, Adonis Stevenson, en lo que sería una unificación absoluta, pero de momento solo podemos fabular.
Lo que está claro es que gracias al atrevimiento de Hopkins hemos podido ver una de esas peleas que todos queríamos contemplar. Cualquier otro, con todo ganado y con mucho que perder no se habría subido al ensogado, pero B-Hop ama este deporte, y sabe que la afición es su sustento, por ello debemos darle las gracias.
Otros no hacen más que dar vueltas en sus madrigueras, contando sus billetes, temerosos de dar al público lo que ansía. Hopkins nunca tendrá de qué arrepentirse. Siempre enfrentó a los mejores, y siempre salió del ring, en pie. Un cordial saludo.
(Foto cortesía: Tom Hogan – Hoganphotos/Golden Boy Promotions)