HOPKINS: DISCIPLINA, COMPROMISO, SERIEDAD Y PADRE TIEMPO

hopkins vs murat

Por Andrés Pascual

Cuando se pelea contra un pugilista como Bernard Hopkins, nunca el pronóstico es abiertamente favorable a un contrario porque sea más joven o más simpático, el intento puede ser tan imprevisible como peligroso.

El hombre necesitó la década pasada para que se le reconociera, debido a la monotonía en que caían sus peleas por las mañas de un boxeo sucio en extremo, que ha sabido combinar con su indudable sapiencia: la cabeza, el codo, los cordones de los guantes, el pisoteo de las zapatillas del contrario, los agarres y empujones con uno o ambos peleadores rodando por el piso, han sido el arsenal de un peleador que, ahora mismo, está inscrito con letras de oro en los anales de Fistiana.

Revisando su carrera, por su clase, por su durabilidad envidiable con casi medio siglo a sus espaldas y en la forma en que ha llegado a esa edad, el apodo de Hombre de Hierro del boxeo se hizo para él, al que nadie ha podido noquear y cuya resistencia es legendaria, aunque no se reconozca de forma absoluta por algunos de los detractores que, como todo los peleadores buenos, tiene.

En 1993, Hopkins perdió ante Roy Jones jr la pelea más difícil que este haya efectuado en su carrera, cuando cayó en Washington por decisión unánime por  la vacante de la FIB de peso mediano contra el Orgullo de Pensacola y los 3 jueces votando 116-112, que no reflejan lo difícil que le fue al vencedor apoderarse de aquella versión.

Al modo mío de verlo, Hopkins se convirtió en atracción de taquilla después que noqueó al boricua Tito Trinidad en el 2001.

Cuando Jarmain Taylor le ganó la primera y dudosamente la segunda de dos peleas, se creyó que el hombre estaba liquidado, porque muy pocos tuvieron en cuenta ni la responsabilidad ni la disciplina que pone ante el compromiso deportivo, tanto como en su vida privada, que no contempla escándalos ni noticias sensacionalistas como condimento negativo a su estelar carrera.

 

Las pocas veces que el gladiador ha caído dejando en grado especulativo la afirmación de que “ya está liquidado”, su renacer ha sido más brillante y poderoso, si cabe.

¿Hasta cúando? Nadie lo sabe, por lo que se ha visto, con este hombre poco ha contado el conocido y soberano concepto “el Padre Tiempo se encargará de él”.

El ultimo nocao propinado por Bernard Hopkins fue el que le dio a Oscar de la Hoya en el 2004: ¡Dieciseis peleas en 9 años sin poder noquear! Realmente el Verdugo no ha sido un gran pegador, sino un boxeador que ha podido derrumbar porque sabe boxear sucio y combinar los golpes, asignatura muy peligrosa cuando se domina como él sabe: un verdadero destructor

EL TRÁNSITO EXITOSO DE HOPKINS A OTRAS DIVISIONES, QUE REQUIEREN DE PEGADA PARA BRILLAR DESDE SU NATURAL PESO MEDIANO Y SUS VICTORIAS, REFLEJA QUE ESTÁN EN PEOR ESTADO QUE NINGUNA, SALVO LA DIVISIÓN MASTODÓNTICA.

Algo digno de mencionarse en la carrera de Bernard Hopkins, además de que ¡Nunca ha sido noqueado!, por lo que forma parte del grupo excelso de peleadores de gran resistencia que hicieron de su cuerpo un muro contra el bombardeo enemigo, ¡Jamás ha rechazado a un oponente por difícil que pareciera!

Kovalek tiene posibilidades de ganar porque, aunque no es un niño ni algo que lo parezca, es más joven, es fuerte y va a enfrentarlo, pero hasta ahí, no creo que vaya a un paseo; si pierde, bueno, algún día será, pero, nadie puede decir qué sucederá a ciencia cierta el próximo sábado 8, si no al tiempo.

Como siempre, el pronóstico se lo dejó a Sullivan: “EL QUE DURE UN ROUND MÁS”, con la molestia que supone que, si Hopkins gana, quedará en el marco de otra hazaña de quien tiene por costumbre fabricarlas, pero, si cayera, el ganador no será considerado nada del otro mundo; porque, para muchísimos fanáticos, le ganó a un viejo que creyó que duraría más que Matusalén.

Si Kovalec se impone, no será una victoria ni dulce ni combinada, sino, hasta cierto punto, esperada por muchos. Por lo general, del tipo que casi nadie cataloga como un triunfo grande, ni para su carrera ni para el deporte, aunque lo empujen con un bulldozer.

 

 

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