GLORIA Y ESENCIA DEL CAMPEÓN
Para ser un verdadero campeón mundial hay que tener la moral, la voluntad, la resistencia y el coraje que determinen que un monarca se levante y gane después de caer, como Marciano ante Archie Moore en Yankee Stadium en 1955, o como the Old Mongose contra el francés Ivo Durelle en Canadá.
Moore derribó a Marciano en aquel 2do asalto de leyenda en el estadio de los Mulos y puso al mundo boxístico en vilo, la fanaticada se quedó sin habla cuando vio al hombre de granito en el suelo, derribado por un peleador de más de 38 años; pero catalogado de los mejores y más completos de todos los tiempos.
Cuando el ítaloamericano se paró y Moore no pudo rematarlo en los próximos 10 segundos, el alma volvió al cuerpo de todo el público y Marciano inició el ataque demoledor contra el objetivo sitiado entre 16 sogas. El propio peleador sepia sabía que había perdido, solo era cuestión de tiempo, entonces cayó una vez, dos…hasta que, en el 9no, le contaron los diez irreversibles.
Moore la consideró una buena pelea, hizo lo que pudo hasta caer anestesiado; en centésimas de segundos pasó de agresor a agredido, la corona heavyweight continuaba asegurada en la testa de uno de los más grandes campeones de la historia.
El gran boxeador negro había tratado de dominar a una fiera, por poco hace la gran historia del siglo XX, pero concluyó como otro mártir con su cruz a cuestas después de recorrer un calvario.
Rocky Marciano, con la seguridad de siempre, con la ferocidad de siempre, vio delante a otro que lo había provocado y lo hizo pagar las consecuencias…
La vida enseñó al estilista negro a conformarse por largas y abnegadas esperas, diez años para boxear y ganar la faja lightheavy y catorce para que su familia viera su nombre en la marquesina del Madison Square Garden.
Cuando pudo pelear en un estadio descubierto en Nueva York era un veterano y necesitó “trotar” el mundo hasta que los manejadores del boxeo dejaran de ignorarlo, de Argentina a Europa a Australia.
“Ese negro no mete a nadie en los torniquetes” fue la frase infame que creó Jack Kearns cada vez que alguien le informaba del reto continuado de Moore a Joe Maxim por la faja ligero-completa. Infame y antideportiva.
Dos campeones del peso, Billy Conn y Gus Lesnevich, se negaron a pelear con él tajantemente y necesitó recolectar 100,000 dólares para que Máxim le diera la oportunidad.
En 1944 Archie Moore pasaba un momento difícil, tres managers litigaban por su carrera y la mujer le ganó el juicio de divorcio, vivía de preocupaciones, pero entrenaba sin sosiego.
En tan inestable situación anímica, lo llevaron a Hollywood, a enfrentar a Eddie Booker por 350 dólares, en el 8vo cayó de rodillas y le contaron diez, fue la primera vez que lo noquearon…
Sin embargo, no se decepcionó, no perdió la seguridad en sí mismo, siguió, recuperó la moral y reconstruyó su carrera. Y continuó lo que mejor sabía después de boxear, ESPERAR.
Hasta que superó a Joe Máxim por la faja, Moore perdió contra Charles, Bivins o Leonard Morrow; entre estos pleitos tuvo rachas de 6 ó de 30 victorias consecutivas, casi todas por nocao, cuando perdió contra Marciano había peleado en 5 países y en 35 ciudades de su país.
Las mejores bolsas que obtuvo fueron contra Niño Valdés, contra Máxim y contra Marciano. Hoy lo mencionan poco, pero es uno de los 10 más grandes en la historia del pugilismo.
Guantes más pequeños, 15 rounds de duración, sin nocao técnico aunque apenas pudiera sujetarse a la soga, así escribieron la grandeza del boxeo hombres como Archie Moore.
De importancia capital: un solo organismo, 8 pesos, un ranking obligatorio por división y la clase, tan difícil de encontrar aun con lupa en los escenarios pugilísticos de hoy, entre los que boxean por una faja en su primera pelea, en la novena, en la décimo quinta….y se llevan millones robados con la anuencia del público.
Cassius Clay tenía 20 años cuando noqueó a Archie Moore en 1966, el viejo inmortal 49 (foto).