FAMOSO NO QUIERE DECIR ESTRELLA, TAL VEZ NI BUENO…

| December 30, 2012 | 0 Comentarios/ Comments

“El famoso entrenador Freddie Roach bla, bla, bla… fue noqueado en este 2012”, es decir, perdieron sus ‘grandes pupilos’, pero, aunque hubiera ganado tres, incluyo al junior, el ‘nocao’ soberbio, salvaje y casi homicida que le metió Márquez (Juan Manuel) al ex buen samaritano asiático, era más que suficiente, no para hacerle perder el sueño, sino para desacreditarlo como el globo más grande, hecho a la medida de los turbios intereses del boxeo profesional, nunca antes fabricado.

Este tipo ha sido el elemento escogido para, mañosamente, imponerlo entre el top 5 de los ‘trainers’ de la historia y algunos lo han manejado o sugerido como el primero, sobre todo la prensa estadounidense que cobra por la izquierda, porque la otra sólo es eco sin criterios propios y con mucho miedo en un país donde hay 2 enmiendas protectores de la libertad de expresión: una para callar y otra para hablar.

Nunca un ‘trainer’ fue más condecorado que Roach en los anales de Fistiana: 5 premios como ‘Entrenador del Año’ y más reconocimientos que Arcel, Stewart, Dundee y Nacho juntos. Eso no es una barbaridad, sino un desprestigio para la moral de quienes los entregan y conocen todo de las interioridades, de por qué un mal boxeador, técnicamente hablando, como Pacquiao, logra como atleta méritos de nivel sideral y se iguala en el standing histórico a su preparador, que fue lo que se buscó, esconder la verdad del filipino igualando la grandeza entrenador-peleador, a través del sistema de un fraude-preparación mágico y exótico de un superentrenador.

Yo supongo que todo el mundo esté claro de la verdad de FREDDIE ROACH y de la más cruda aún de Manny Pacquiao, por lo que espero que no se arriesgue nadie a tratar de imponerlo como ‘la ciencia del boxeo en el gimnasio’ otra vez, porque, tal vez sin su culpa directamente, pero creyendo el cuento que le inventaron en las oficinas, se comportó en los niveles que pretendieron y aceptó sin un ripio de pena ni de modestia, un altar con el que, posiblemente, se buscó y, parcialmente, por su condición de hombre enfermo se encontró, la fórmula para moverlo inspirando lástima en el público, que muchas veces lo defendió desde ese concepto a ‘capa y espada’.

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