EL UNIVERSO CORRUPTO DE JAKE LA MOTTA
El único deporte comparable al balompié en corrupción es el boxeo, en todo; sin complejos de culpabilidad, sin pena, sin arrebatos de decencia febriles que provocaran el rechazo a la medida amoral, Paolo Rossi salió del retiro, obligado por la “ligera suspensión” que le impusieron por arreglar juegos en el Calcio entre 1978-80, a integrar, porque el técnico sentenció que “sin él no podía ganar Italia”, la selección para la Copa-1982, que, por su actuación durante la 2da parte, porque en la primera estuvo anulado, ganaron.
El colmo fue esa FIFA, que la mayoría fanática, siempre tan despistada como dispuesta al vandalismo criminal, cree que sus pecados como organismo acaso sean cosa de un par de años atrás por los sobornos recientes y, quién sabe si hasta chantajes, aplaudió, premió y engavetó el historial corrupto del delantero, a fin de cuentas, otra mancha en el firmamento de la delincuencia corporativa que es la institución “hermandad balompédica mundial”.
El balompié siempre ha resuelto con mercuro cromo lo que necesita cirugía radical, porque el problema es cáncer y ninguna medida, a pesar de que se involucró EUA en este nuevo capítulo tan negro como las decenas anteriores, algunos conocidos y otros sin publicidad, puede solucionarlo; porque el deporte es propiedad de la Mafia, de la verdadera, desde la cofradía italiana con sede en Palermo, a los nuevos grupos criminales de los países “liberados del comunismo”, encabezados por Rumania, Serbia, los ex KGB y ex POLITBURÓ de Rusia.
El único deporte que, hasta la toma del poder por los liberales en este país, fue cuidado por ejemplo de respeto a la moral por su influencia en la infancia y la juventud, era el Beisbol Organizado, manejado desde hace algunos años por corruptos, que van a imponer todo lo que quiere una sociedad planificada para que, en poco tiempo, Estados Unidos sea parte del concierto lamentable de países desprestigiados del mundo.
La noche del 16 de Junio de 1949, en el estadio Briggs de los Tigres de Detroit, celebró el francés Marcel Cerdán la última pelea de su carrera, concluida trágicamente por el lamentable accidente de aviación en que perdió la vida 3 meses después.
En el pleito, el gladiador galo, llamado el Orgullo de Casablanca, expuso su faja mundial mediana contra Jake LaMotta, que ganó el ítaloamericano por abandono en el round 9, debido a una lesión en el hombro del marido de Edith Piaff. Hasta aquí todo bien, sin embargo, considerar a LaMotta retador, que obtuviera tamaña oportunidad, colgó otro aviso de “manéjese con cuidado” a la hora de comentar sobre este peleador y su entorno.
Nadie en aquella época pudo entender la razón por la que, el ganador en Detroit del campeonato mediano, había recibido la oportunidad, porque, sencillamente, ni era el primero en el escalafón ni tenía méritos en la división en que le regalaron la opción. Jake LaMotta, hasta el día de la pelea, era el último lugar del ranking, bajo ninguna respetable opinión el retador indicado.
Eddy Egan, a la sazón Comisionado de Boxeo del Estado de Nueva York, le declaró al Daily News, de forma tan abierta y franca que sugirió la pala de oficina por los 4 costados: “…el organismo que dirijo JAMÁS hubiera aprobado ese combate y recalcó, ¡NUNCA!”, el hombre obligado por las reglas del escalafón y por la crítica era Steve Belloise. Antes, el francés Villeiman le había dado una paliza a LaMotta y el fallo, equivocado, impopular y desastroso, provocó que Egan suspendiera a los oficiales.
El itinerario cuesta abajo del ítalo continuó en Montreal, donde otro francés, August Dauthulle, le metió otra ración de palos, ganándole por milla y media.
Con la moral y la economía en bancarrota, rehusó presentarse a la revancha contra Billy Fox, QUE ESTABA FIRMADA, POR LO QUE EL BOXEADOR HABÍA TOMADO UN ADELANTO DE LA BOLSA. Un buen lío que le resolvieron sus racqueteros “patrocinadores” de Smith and Wesson calibre 38.
Por todo lo anterior, causó asombro que Nick Londes, promotor, eje y cerebro del “trust de colifloristas”, anunciara al boxeador como retador de Marcel Cerdán por la faja mediana en Junio de 1949.
LaMotta fue ídolo en Nueva York hasta el día de su pelea con Billy Fox, según escribieron algunos cronistas del sector, aquella tarde se observó un raro comportamiento en las apuestas, cambios extraños, ambiente turbio y aire pesado.
Para acrecentar la duda maldita, el referí de la pelea, Frankie Fullman, declaró que síntomas imprevistos le decían que algo estaba pasando, que el insoportable olor del arreglo flotaba encima del ring como fantasma despiadado contra la moral, la decencia y la honestidad: mientras Fox golpeaba a LaMotta a mansalva, este, sin respuesta, perdió la brújula y anduvo a la deriva, buscando “el primer palo que apareciera” para sujetarse, o amarrando en el clinch sorpresivo hasta que pasara el tiempo.
A los dos minutos y veintiseis segundos del 4to round, el referí levantó el brazo de Billy Fox y la clientela creyó que había presenciado el final de la carrera de Jake LaMotta…
Al día siguiente, la Comisión informó que los dos boxeadores estaban suspendidos, las bolsas retenidas, que habría una investigación contra ambos y la prensa publicó que, tanto de uno como de otro, la moral quedaba en plano de trapeador de pisos de oficina.
Sin embargo, como que para que el mundo sea mundo debe haber de todo, algunos cronistas de Detroit escribieron que, en Nueva York, no criticaban el arreglo ni por ética ni por convicción, sino por despecho, porque, agregaban, la ciudad estaba perdiendo credenciales de importancia como la Meca del Boxeo, en base a que varias peleas de campeonato se celebraban fuera de la Gran Manzana.
Pero, bien manejado por los gángsters para el público y la crónica, Detroit tenía una justificación sentimental de museo, de historia obligada, para efectuar el pleito con el ítaloamericano: fue ante aquel público que Jake LaMotta le arrancó el invicto al prodigio Robinson, que acumulaba hasta aquella derrota 89 éxitos como amateur y 40 en fila india como profesional.
El Ázucar llegó al pleito con nocaos a Zivic, a Maxie Berger, a Rubio, a Izzy Jannazzo y la victoria de LaMotta se vio como el eslabón que saltó en la cadena por lo inesperada y sorpresiva.
Años más tarde, mientras operaba uno como miembro de cierta cadena gansteril de antros-clubes en la Florida, fue acusado de contratar a una menor como prostituta, en el local que administraba bajo su nombre.
A pesar de todo, el hombre es HOF y, cada vez que lo entrevistaron, lo trataron como a alguien con la moral mas alta que Moralitos.