EL RIESGO DE ESCRIBIR SIN CONOCER: AEBOX Y MANTEQUILLA
Por Andrés Pascual
Desde el punto de vista boxístico, Mantequilla Nápoles es uno de los tres mejores welters de la 2da mitad del siglo XX, lo acompañan Robinson y Leonard ¿Qué significa esto? Que esa actitud trasnochada, de considerar a Durán o a fulanito como lo mejor de América Latina, es una chapucería histórica, basada en el fanatismo poco discreto a la hora de comprometer la inteligencia; aunque, vale decirlo, en los confines hispanos, la verguenza la atenúa que hasta algunos cronistas americanos contemporáneos caigan en la tentación de no escoger al cubano-mexicano como lo mejor de todos los tiempos del subcontinente, que lo es.
Manteca fue, posiblemente, el único boxeador al que su manager le detuvo peleas que tenía ganadas, por mayoría abrumadora de puntos, para que no sufriera lastimaduras que empeoraran heridas en las cejas, provocadas desde sus inicios en el pugilismo profesional, una de ellas, por Cristóbal González, de la últimas víctimas de Nápoles en Cuba. Lo hizo Cuco Conde.
Este hombre fue como Robinson, que lo preparaba todo debajo del ring, que respondía al famoso plan B en el momento preciso e inmediato en que debía cambiar la estrategia, lo hacía sólo, cuando la esquina podía estar a 500 millas del boxeador, porque a veces sucedió en medio de un round.
De los pocos peleadores de tres distancias con calificación de 10 en los anales del pugilismo; peleador completo que boxeaba, asimilaba y pegaba, prodigio dotado de intuición boxística especial y olfato para rematar.
La primera cara afrolatina de THE RING, el primer fenómeno de Hispanoamérica en los pasillos de Fistiana por arriba de Chocolate y de Gavilán.
Mantequilla pudo haber sido el primer triple campeón hispano, si no lo logró, fue porque los que manejaban a los monarcas ligero y welter jr de entonces, Carlos Ortiz y Sandro Lopopolo (foto rechazo de este a la pelea) le temían.
El peleador oriental se cansó de limpiar los escalafones y debió subir a las 147 ½ como welter corto, para enfrentar al valiente Curtis Coke, que se arriesgó a exponer y a perder su faja en 1969 ante el ahijado de Cuco Conde.
Pero, por circunstancias revanchistas relacionadas con el racismo de los negros hacia los blancos en Cuba, el excelso boxeador no aprobó el examen del comportamiento ciudadano como Dios manda.
Ultiminio Ramos y Mantequilla Nápoles comenzaron en el boxeo profesional bajo la égida de Benito Fernández, junto a Ernesto Corral, manager de Luis Manuel Rodríguez, tal vez los dos más serios y decentes personalidades del oficio en la historia del boxeo en la Isla.
Porque fue honesto y humano, Benito no podía moverse en el pugilismo con la soltura de pícaro de Cuco Conde, capaz de hacer boxear a un individuo medio muerto, con prelesión cerebral, para que le pagara unos miserables 50 pesos que le debía.
Pero Cuco quería a Mantequilla y a Ultiminio, a fin de cuentas, zorro viejo y conocedor, intuía que, junto a Gavilán, Paret y Chocolate, podían convertirse los prometedores jóvenes en las dos joyas que le faltaban a la corona del boxeo cubano en clase sin cuentos, entonces se dedicó a tejer “la maraña” que, todo el que ha estado en el sucio y decadente mundillo de las oficinas del coliflorismo rentado, conoce.
Aunque en estos tiempos tal vez hayan cambiado las reglas callejeras que rigen la mala conducta y la peor propaganda de la disciplina, antes hubo un aura perniciosa y negativa, aunque, por esa razón, respetable para cualquier manager: el apoderado tiene que estar en buenas migas con el trainer, tiene que ser cuidadoso y vigilante de la relación entre este y sus boxeadores, porque era el preparador quien más tiempo pasaba con ellos y podía influir negativamente si se lo proponía.
Kid Rapidez fue un gran trainer, junto a Luis Sarría, trabajaba para el Gobierno en la Dirección General de Deportes con los amateurs, pero aceptaba contratos de trabajo con managers profesionales, por lo que inició la preparación de los boxeadores de Benito.
En la misma proporción que era bueno en el oficio, Rapidez no valía un medio como persona y servía hasta para sazonar un arroz con pollo siempre que fuera para podrirlo; entonces Cuco Conde activó el radar y convenció al preparador, que no era un bastión de resistencia, para que hiciera el trabajo sucio de hacerle imposible a Benito Fernández el manejo de los estrellas en embrión.
¿Argumentos de Rapidez? La revancha, la instigación al odio: “Benito trata a ese blanquito de mierda mejor que a ustedes, lo tiene como a un hijo, abran los ojos”, se refería a uno de los más serios y decentes peleadores que haya nacido en Cuba, el patriota Johnny Sarduy, miembro de la Brigada 2506 con el # 2211 de expediente.
Suficiente razón para que el manager decente le vendiera el contrato de los dos boxeadores a Cuco Conde, el odio que sembró Rapidez fue tanto, que Mantequilla Nápoles, sin razón de ningún tipo, escupió a Sarduy inesperadamente en un encuentro casual.
El sitio español AEBOX confirmó, hasta con horas de vuelo, el viaje de José Ángel Nápoles a Cuba, del joven boxeador que abandonó el país con un mundo de esperanzas y sueños, que pudo hacerlos realidad, regresa, de visita costeada por ajenos, un despojo humano con graves problemas de salud y demencia boxística en fase inicial.
Lo acompaña su esposa Bertha, que, no sé si será su gran amor del barrio Pueblo Nuevo, frente al Bar de Goyo, personaje pintoresco que también tuvo boxeadores de tercera categoría, que tenía el mismo nombre.
Dos cosas de interés: si se hubiera quedado a “construir el deporte robolucionario” castrista, nunca hubiera sido campeón mundial ni nadie lo hubiera conocido en ningún lado, tampoco se hubiera dado la vida de rico que vivió ni hubiera perdido la fortuna que ganó, de interés relativo de acuerdo a la época, porque no la hubiera acumulado.
Pero NO es exiliado, sino alguien que estaba seguro de sus facultades y prefirió hacer lo mejor que sabía por dinero grande, en vez de por el exiguo sueldo que le pagarían, siempre que Chicharo Sagarra le hubiera seleccionado como digno incondicional, capaz de cualquier cosa, para unirse al batallón de indeseables bajo la dirección del Inder y el ojo comprometedor del DSE. MANTEQUILLA ES OTRO MIEMBRO DE LA COMUNIDAD ECONOMICA EMIGRADA Y PARE DE CONTAR.
De importancia capital, si se hubiera quedado en Cuba, ese enfermo y pobre que llegó a La Habana nunca hubiera podido hacer el viaje que le ofrecieron caritativamente, porque, nadie lo dude, por el maltrato, por el hambre, por el efecto del alcohol y por el desgano y el abandono, incluso de sus “estrellas” por la tiranía, hace rato que estuviera enterrado, que hay más de 10 ejemplos.
Pssss creo que soy un mal aficionado nunca he visto una pelea del mantequilla, ni del puas ni ultiminio parece que para los de mi generacion solo exite el box de JCC para aca. Voy a buscar a ver si encuentro alguna en youtube para cultivarme.
Todos los boxeadores tienen sus problemas, el boxeador que peleo con los mostruos del boxeo en diferentes categorias es manos de piedra duran,elegido tambien el 4 to boxeador mundial del ultimo milenio. cuando un comentarista boxistico pierde su neutralidad es uno mas del monton que escribe destilando envidia y odio y en ves de admiracion dan lastima
Don Andrés, excelente artículo sobre uno de los boxeadores cubanos que más admiro: José ‘Mantequilla’ Nápoles. Los otros son Luis Manuel Rodríguez y Ultiminio Ramos. Era un chamaquito cuando comencé a ver sus peleas.
En esa época la television en Puerto Rico era en blanco y negro. Nunca olvidaré la primera pelea que sostuvo el boricua Carlos Ortiz y el cubano Ultiminio Ramos en México, donde luego que dieron la decision a favor de Ortiz, se formó la de ‘San Quintín’.
Wilfredo Acevedo Rios
te la comiste pascual: magistral articulo!!!