EL NIVEL DE ENFRENTAMIENTO, LAS PELEAS Y EL DINERO LO DECIDE EL PÚBLICO

arum y de la hoya mejorNo hay forma humana de que los fanáticos y cronistas cubanos que no vieron el boxeo profesional allá se interesan en conocerlo, entonces los ciega una pasión enfermiza de complejo por la escasez de reconocimiento ajeno hacia los peleadores cubanos de la nueva hornada.

Desde la inutilidad, de la ninguna importancia del medallero olímpico cuando se boxea por dinero hasta admitir que en el pugilismo manda el público que paga el show, en la arena o por televisión desconocen y no aceptan.

Aunque puede comprenderse que no están habituados a relacionar taquilla con posibilidades, porque la tiranía les permitió no pagar la entrada desde 1968, que trajo como consecuencia el “no chistes, que esto es gratis y a caballo regalado no se le mira el colmillo” y no chistaron y aceptaron aquella basura fraudulenta de “la escuela de boxeo cubana”.

Pero los mexicanos, los boricuas… no se sometieron al castigo de elegir y apoyar políticamente a su enemigo como los cubanos, por lo que se constituyen en público natural de sus atletas en gran demanda desde sus países y no desde terceros, que les constituye un quórum demoledor para imponer condiciones selectivas.

El pugilismo, en varias categorías, lo organizan y programan de acuerdo al gusto universal, que no tiene nada que ver con el cubano que reside en Miami.

Si se toma en consideración que el público americano no tiene interés por el boxeo, que desapareció de la primera plana hace rato y, como contrapartida la tremenda popularidad que mantiene el pugilismo en México, pues hay que concluir que cualquier programa de interés se proponga a partir de lo que le gusta al mexicano, porque tienen peso en el PPV, como los boricuas, que todavía asisten a este deporte en cantidades considerables.

Si al fanático mexicano y al boricua no les gustan Lara y Rigondeaux, el mercadeo  de TOP RANK, de Bob Arum personalmente, concluye en dar una imagen deplorable de aceptación de estos peleadores aunque ganen, porque el problema es de dinero, de millones y eso lo hacen valer los promotores por cualquier vía, la más eficaz, contentar al público que contribuye al diezmo con expresiones como “tendré muchos problemas para buscarle peleas” (se supone que buenas), a un tipo que le ganó a otro que quisieron vender como fenómeno y resultó medio gato y bruto, él y su esquina, que lo mandó a caerle detrás a alguien que corría más.

Ahora ocurrió con Lara, que le desbarató la cara a Angulo, porque este señor de boxeo ni la “B” y en vez de arrancar elogios, recibe críticas, como si el perdedor, tan apabulladoramente, hubiera sido el cubano.

Tal vez sea bueno el momento para sugerirle a los implicados que “o se peinan o se hacen papelillos”, pero este negocio es así.

Ahora, esta situación con los cubanos no es frecuente con nadie y Fistiana está lleno de verdaderos paquetes, muy inferiores a los antillanos, no solo en los rankings, sino como campeones mundiales algunos, por lo que es abusiva la situación.

El desarrollo de los acontecimientos, el hecho de que corren mucho pero ganan, más las críticas irresponsables de sus propios promotores, está creándole una situación de privilegio a los cubanos, porque, poco a poco, la gente espera que les suceda lo que persiguen con Mayweather jr, es decir, que los mate alguien en el ring, entonces ven sus  peleas.

Tal situación pudiera ser otra medida paralela derivada de la influencia del mercadeo, por lo que quizás mañana vendan tanto como requiere la televisión para considerarlos de amplia demanda.

Un día un pleito Lara vs Canelo pudiera resultar un éxito total y eso lo saben bien Bob Arum, Oscar y hasta “la madre de los tomates”, en esa dirección pudieran estar trabajando.

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