Dos determinaciones inolvidables / Pedro Díaz y Joseph Cooper
Sobre el caso de Prichard Colón
Por más que se comente en los medios que una equivocación del entrenador cubano de boxeo Pedro Díaz, fue lo que hizo ganar tiempo importante a los médicos y permitió que el boxeador puertorriqueño Prichard Colón mantuviera sus chances de vida, luego de ser operado de urgencia debido a la afectación cerebral sufrida en su pelea contra el estadounidense Terrel Williams el pasado sábado en Virginia, parece que lejos de una equivocación, más bien fue una determinación premeditada tomada por la esquina.
Opino que la acción de retirarle los guantes a Colón un asalto antes y provocar la descalificación por parte del árbitro no fue una equivocación ni mucho menos. Primeramente, una persona podría equivocarse, nadie es perfecto, pero las tres personas de la esquina a la vez no. Al proceder Pedro a quitarle los guantes a su boxeador, no se apreció el más mínimo aviso por parte de sus compañeros de trabajo, como si todo se hubiera hecho de modo intencional. Además, cuando el árbitro se percató del desliz y anunció la descalificación, Díaz mantuvo su ecuanimidad y apenas se volteó ante una supuesta sorpresa, o sea, la situación no pareció haberles sorprendido en lo absoluto.
Opino que el señor Pedro Díaz, cual viejo galeno, tuvo que apelar a su buen ojo clínico y su determinación será recordada por mucho tiempo como una de las más acertadas en los anales del boxeo profesional, porque independientemente de lo que ocurra en lo adelante con el joven Colón que aún se mantiene en estado de coma tras la operación, se evitó una muerte segura de haberse efectuado el décimo asalto.
Y en cuanto al árbitro Cooper, estaría de más afirmar que su trabajo fue más que pésimo, que la pelea simplemente se le fue de las manos, –o tal vez no hizo lo necesario por evitar que se le fuera de las manos– al permitir, sin aplicar las amonestaciones correctas, que se proyectaran por parte de Williams, reiterados golpes ilegales en la nuca del boricua, peligrosos golpes que en muchos casos pueden ser mortales, más aún si reinciden al no ponérseles freno.
Considero que no se debe culpar en gran medida al boxeador Williams, porque debido al furor del combate y al instinto de golpear sin ser detenido ni amonestado, en ocasiones este tipo de golpes es frecuente, sobre todo si el árbitro lo permite. Si el boxeador nota que tiene luz verde para conectarlos, pues a veces instintivamente no siente presión legal alguna que lo haga detener.
Y si la determinación de Pedro Díaz fue inolvidable, la tomada por el árbitro Joseph Cooper en ese noveno round también lo será seguramente, pues ese último golpe pudo haber sido, entre los muchos golpes recibidos por Colón en la nuca, el que remató la situación y el que ocasionó el trauma cerebral en definitiva. Luego del fuerte golpe ilegal, Cooper no descalificó a Wlliams, cosa que muy bien pudo haber hecho, ni le quitó puntos; ni siquiera lo amonestó.
Ante el asombro del mundo del boxeo, su determinación en ese instante no fue sino hacerle el conteo a la víctima por la caída.
Determinación que aunque negativa también será inolvidable, repito, en este caso por ser en extremo bochornosa.
(Foto cortesía: AFP)