A 10 años de José Luis Castillo Vs Diego Corrales

Thursday marks the 10th anniversary of one of the greatest fights in boxing history – the brutal first battle between...

Posted by BoxeoMundial on Thursday, May 7, 2015

Por James Blears

Hoy se cumplen 10 años de la pelea más impresionante en el peso ligero,  fue estelarizada por Diego “Chico” Corrales y José Luis “Temible” Castillo en el Mandalay Bay Hotel de Las Vegas.  Los ecos de esta pelea serán eternos.

Tras unos meses después de esta auténtica guerra, Diego y su esposa  viajaron a México para recibir el icónico cinturón  Verde y  Oro  de manos del Presidente del WBC, Don José Sulaimán, en un hotel  ubicado en  la Avenida Reforma. Era una mañana preciosa brillante, esta ocasión fue la única en la que pude platicar  con “Chico”.

Diego “Chico” Corrales, irradiaba felicidad,  entusiasmo y  buena voluntad. Se puso un poco serio por un momento, aunque luego se echaría a reír, al recordar que después de la pelea tenía los ojos tan hinchados que que usaba las gafas de sol de su esposa.

¡Fue un día muy feliz y memorable! Diego estaba en la cima del mundo. Las bromas y risas volaban rápidamente. Era casi imposible de creer que este hombre amable, generoso, brillante,  lleno de  vida y  divertido fuera una terrible bestia dentro del ring. Un hombre  con una determinación única; el nunca se dio por vencido y siempre buscaba la  victoria sin importar el peligro.

Durante la noche de la pelea, los rostros de ambos peleadores tenían un  aspecto de incertidumbre inconfundible, ellos sabían de la tormenta que se avecinaba, incluso antes de que el referí, Tony Weeks, anunciara el inicio del encuentro, los púgiles sudaban profusamente.

La intención de ambas partes era clara, le pelea sería una auténtica  batalla de voluntades para  poder permanecer de pie. Diego y José Luis empezaron a tirar bombas a corta distancia. Diego era apreciablemente más alto, quizás hubiera tenido  mucho más sentido si hubiera  utilizado la ventaja de su  alcance, pero Diego Corrales, no estaba dispuesto a pelear en esa forma aquella noche.

Alguna vez le pregunté a José Luis cuál era su arma más poderosa, él sonrió y replicó: “¡Oh mi  pistola de  nueve milímetros”, en esta ocasión “Chico” estaba decidido a probar en carne propia sus mejores golpes, no habría marcha atrás.

Regularmente, los fanáticos que asisten a una función de boxeo se  lo toman con gran calma, ordenan aperitivos, compran cerveza  y se acomodan en sus asientos. Sin embargo, esta ocasión sería diferente, toda la arena de dio cuenta instantáneamente de que no habría forma alguna de que la pelea terminara en 12 rounds, Diego y José Luis tiraron  sus mejores golpes desde el arranque.

Ganchos  de izquierda de José Luis se estrellaban en la cabeza de Diego, Corrales respondía con ganchos de derecha. Los uppercuts  no se hicieron esperar por parte de ambos guerreros.  Por momentos, Diego y José Luis, lucían aturdidos como si  estuvieran a punto de ser noqueados  y  aunque el dolor era inmens, el orgullo que estaba en juego era evidente.

En el quinto round, las marcas de la guerra ya  eran evidentes. El lado izquierdo de la cara de Diego lucia hinchado en forma  grotesca. José Luis  no había salido ileso,  pues tenía  un corte irregular por encima de la ceja izquierda, y a pesar de que su esquina intentaba detener la hemorragia, la sangre seguía brotando. Era casi seguro  que ninguno de los dos  podrían continuar con este ritmo vertiginoso.

Ese día la lógica no se cumplió,  pues la pelea siguió desarrollándose bajo el mismo ritmo. Diego lanzó un tremendo puño que aterrizó  directamente en los labios de José Luis., este respondía con una combinación furiosa sobre Diego.

El dolor debe haber sido tremendo, quizás otros peleadores hubieran desistido pero no Diego. Él simplemente ignoró  el dolor y siguió.  Momentos después una poderosa derecha  mandaba a volar el protector bucal de Diego.

 

Al comienzo del décimo round,  José Luis y Diego, de forma proféticamente tocaron sus guantes como  si estuvieran al tanto de que la pelea  estaba a punto de terminar.

Con una poderosa mano izquierda Jose Luis  mandaba a la lona a su rival, fue una caída infernal, yo estaba totalmente convencido de que todo  había terminado. Sin embargo, de alguna manera  y con un esfuerzo sobrehumano, Diego se levantó en el octavo segundo de la cuenta de  Tony Weeks, su protector  bucal se quedaba en la lona. Tratando de alargar  el tiempo, el entrenador de Diego, Joe Goosen, tomó un par extra de segundos para enjuagar y ponerlo de nuevo en la boca de Diego. ¿Quién no lo haría? Con gran astucia ganaba un par de segundos para su peleador.

Diego aún estaba aturdido, con mucho coraje e instinto se mantenía de pie… pero sólo por muy poco tiempo. José Luis se movió hacia atrás y con varias de  golpes culminando con un gancho corto  de izquierda lo enviaría de vuelta a  la lona, el protector bucal se quedaba una vez más abajo, estoy convencido de que Diego no lo haría en forma deliberada.

Esta vez Diego se  levantó a la cuenta de nueve. Un segundo lo había separado de la derrota. Tony Weeks lo llevó a su  esquina donde Joe Goosen estaba mortalmente pálido… reemplazó el protector bucal, una vez más, advirtiéndole “es ahora o nunca”

Entonces, después pasaría algo completamente fuera del presupuesto,  Diego Corrales con el tanque vacío y después de  haber visitado la lona, soltaba metralla sobre  José Luis,.. Seguido de una gran mano izquierda. De pronto, el cazador fue cazado.

Todo era asombroso e imposible de creer, el cuerpo de José Luis  estaba recargado sobre las cuerdas casi sin fuerzas y  Diego daba rienda  suelta a su repertorio. José Luis no sabía dónde estaba  y  era superado imponentemente.  En una fracción de segundos todo había cambiado y Tony Weeks intervenía para proteger a José Luis Castillo.

Nunca voy a ser capaz de entender cómo Diego  consiguió realizar este esfuerzo sobrehumano. Cada vez que veo esta pelea,  mi  cuerpo  se llena de dolor  haciéndome derramar lágrimas. Diego demostró que ese día su valor iba más allá de  lo tangible.  Sólo se puede describir con  una palabra…. “GRANDEZA”.

Sin embargo, Diego no sólo  era eso, momentos después de este trepidante encuentro, el anunciado le pedía su opinión, solo exclamando “ Fue un honor… un honor.”

Dos años más tarde   este mismo día, Diego perecía trágicamente en un accidente de motocicleta. Solamente tenía veintinueve años. Su esposa Michelle  estaba esperando un bebé, el cual sería  nombrado Diego Jr.

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