¿Está listo Adrián Hernández para las grandes peleas?
En una épica contienda, digna de las crónicas más emocionantes del deporte de los puños, Adrián “Confesor” Hernández logró ganar por la vía de las tarjetas a Dirceu Cabarca; pero el triunfo sabe a derrota, porque el mexiquense estuvo en dos ocasiones a punto de definir la pelea por KO y no lo logró, incluso, a pesar de las holgadas tarjetas, el panameño lo dominó en el final de la pelea. Por lo tanto surge la duda de si el campeón CMB minimosca está listo para verdaderas peleas de renombre.
Los mismos errores
Ante un rival predecible y repetitivo, sin movilidad y con poca pegada, Hernández volvió a arremeter sin estrategia hasta quedarse agotado, con una nula defensa y sin capacidad para improvisar después de que el enemigo mostró una gran vitalidad y tozudez. Sin mover la cintura, el “Confesor” de nuevo recibió una importante cantidad de castigo que poco faltó que por acumulación lo llevara a la lona.
Hay que reflexionar si en verdad la esquina de “Nacho” Beristaín está trabajando para mejorar en algo el boxeo de Adrián, porque incluso la actitud fue peor de la mostrada en la revancha ante Porpramok, y aunque hubo destellos de un boxeo diferente, no hubo verdaderos resultados para afirmar que el campeón ha mejorado.
Una lesión en la mano izquierda, la altura de Toluca, el desgaste por el tonelaje de castigo que Cabarca absorbió, todas pueden ser justificaciones para que al “Confesor” se le complicará demasiado la pelea, pero lo que no puede justificarse es que vimos a un peleador muy parecido al que fue derrotado en Tailandia; pegando duro pero desordenado en los primeros rounds, lento, cansado y descompuesto en los finales.
Con la resistencia y con la gran pegada mostrada por John Riel Casimero en las últimas contiendas, donde se ganó a pulso el título FIB minimosca, parece muy lejano que Hernández pueda aspirar a ganarle si no mejora un ápice, mucho menos estará listo para Kazuto Ioka o para Román González si en una andanada de golpes poca certera vacía todo el fondo físico.
Insisto, Adrián es joven y puede aun modificar su estilo de pelea para tener más opciones de la victoria que su fuerte pegada y, principalmente, para no recibir tantos golpes de quien se le ponga enfrente.
Beristaín, ¿opción para Chávez Jr.?
Con lo que se vio en la pelea Hernández vs Cabarca, en la que el monarca CMB minimosca necesitaba un arduo trabajo en el gimnasio para mejorar considerablemente su defensa y para perfeccionar los golpes curvos de su derecha (muy abiertos), sin resultados positivos, podemos atrevernos a decir que Beristaín tanto no ayudó al “Confesor” a cuidarse más de los golpes como tampoco podría ayudar a Julio César Chávez Jr., no porque carezca de la calidad y la autoridad para hacerlo sino porque ya no le interesa batallar con boxeadores obstinados en el ataque rústico.
Lo que se pudo escuchar en los trabajos de la esquina de Beristaín fue un constante regaño a los yerros en la defensa esgrimidos por Adrian Hernández, alusiones a trabajo realizado en gimnasio y que no se estaba realizando, por lo que podemos argumentar que gran parte de la poca evolución del “Confesor” es culpa del mismo “Confesor”, pero el desinterés de presionar a fondo a su pupilo es claramente responsabilidad de “Nacho”.
Julio Chávez y el mismo Fernando Beltrán ha mencionado en constantes ocasiones que Beristaín es la primera opción para sustituir a Freddy Roach en la esquina del Junior; el argumento es simple: mejorar la defensa del ex campeón mundial mediano de cara a contender por un nuevo título. Don Ignacio ha respondido jocosamente que no podría ayudar a Chávez porque no lo dejaría José Sulaimán, porque no le pagarían lo suficiente y, quizás la declaración más sincera, porque no le gustaría trabajar con una persona tan obstinada y rodeada de personas problemáticas.
Beristaín, fuera de la crítica que se le puede hacer por no ser parte palpable de una renovación en el “Confesor” Hernández o por no aceptar el reto de transformar a Julio César Chávez Jr., está en todo su derecho. Si por cuatro distintas décadas ha trabajado con los mejores boxeadores mexicanos de los últimos tiempos con éxito, ¿qué necesidad tiene de batallar con púgiles precarios y necios, a sus 73 años de edad?
Lo mismo que ocurre con Hernández lo vimos con lo que sucedió ante Óscar de la Hoya, en su preparación para la pelea ante Manny Pacquiao, la mano de Beristaín sólo se vio al parar oportunamente la masacre, pero no para dar una estrategia de cómo vencer al filipino a un boxeador que al borde del retiro sólo se escucha a sí mismo. Tampoco lo vimos cuando entrenó a boxeadores como Jorge Arce o Alfredo Angulo, porque ya no le interesan este tipo de pegadores. Lo vimos llevar de nuevo a un título a Jhonny González, a escribir con letras doradas la carrera de Juan Manuel Márquez y de coronar, con gran boxeo, a la boxeadora Jessica Chávez.
Las mismas cuentas pendientes
Un boxeador no sueña y trabaja por ser campeón del mundo sólo por serlo, busca principalmente dos cosas: el dinero y escribir su nombre en la historia del pugilismo mexicano y mundial. Si Adrián Hernández sigue interesado en las cuestiones anteriores debe trabajar él mismo por ello. Mientras siga siendo un peleador todo pegada, las peleas rentables no llegarán o llegaran con gran desventaja en la repartición monetaria para él.
Si por otro lado, si además del dinero lo que busca es ser un campeón memorable, del que se acuerden 20 o 30 años después, el esfuerzo por mejorar debe ser doble o triple. Tiene un boxeo muy limitado, un caminado de lona deficiente, un ataque de derecha muy abierto, es un boxeador predecible y no tiene defensa. Hay mucho para trabajar.
Si a Beristaín no le interesa meterse al infierno para sacar a boxeadores sin clase, Hernández tendrá que ser el que se comprometa a fondo por ser el mejor del mundo, no sólo el campeón. Sacar provecho de los destellos de magistralidad de don “Nacho” y reflexionar él mismo sobre los errores cometidos y las soluciones.
Si a Adrian ya le bastó con convertirse en campeón mundial, en la pésima pelea que le ganó a Gilberto Keb Baas, entonces que no haga nada y simplemente camine hacia el KO que lo despoje definitivamente de su cinto o hacia el retiro.