EL MIEDO, EL REFERÍ Y LA CARTELERA DE BOXEO
Quizás Lucas Mathysse hubiera noqueado a Roberto Ortiz en cualquier round después del segundo, pero nadie puede asegurarlo, porque la pelea iba pareja en demasiado poco tiempo para resaltar argumentos favorables a uno u otro.
A fin de que una cartelera pierda el brillo, lo único que se necesita es que un referí o cualquier magistrado “den la nota”, inclinándose por uno u otro y decidir a favor de “su predilecto”, en actitudes tan raras como sospechosas.
La cartelera sabatina en Cincinnatti, Ohio, hubiera sido considerada buena si el pleito entre el argentino Mathysse y el mexicano Ortiz no termina de la forma como sucedió: por decreto arbitral, un nocao contra un contendiente de pie…y listo para seguir
No voy a considerar que Estévez, el tercero del ring, se vendió, nadie debe comprometerse con semejante acusación; no hay elementos de juicio hasta ahora, a pesar de que, como en la vida hay de todo, pues nada es descartable.
El individuo, que va a arrastrar la mácula de la pésima decisión que tomó noqueando a un hombre completamente en forma para seguir, se asustó, sintió miedo.
¿Atemorizado por qué? no fueron golpes a la cabeza, sino un gancho al hígado que, cuando es mortalmente eficaz, nadie puede pararse, de lo contrario, el golpe es knockdown, cuenta de nueve y a seguir boxeando. El diez lo pronunció con el hombre de pie…
La muerte en el ring, la preocupación del referí porque se produzca una tragedia en su turno, es el enemigo principal y decisivo del boxeador cuando le paran un pleito por nocao técnico apresurado o, como en Ohio a Ortiz, lo noquee de pie y todo el mundo observando que estaba alerta y dispuesto.
Ningún referí quiere hacerse cargo de una fatalidad, por eso muchos deciden de la peor forma para el boxeo, porque, si bien un muerto por intervención tardía para aplicar el piadoso nocao técnico que salve una vida es, más que un error garrafal de apreciación inaceptable un acto inhumano de perfil homicida involuntario; adelantarse, decretar antes de tiempo en perjuicio del récord del perdedor, conspira contra la disciplina también.
Cualquier referí debe cuidar la salud de un peleador, debe estar atento de que no se produzcan golpes tan peligrosos como innecesarios, a la vez que no puede permitir que el miedo haga mella en sus nervios, de tal forma que olvide que él mismo no puede trascender como protagonista del villano que afectó una cartelera que fue buena, que merecía mejor trascendencia.
Sobre todo, debe tener en cuenta siempre que existe un público dueño del espectáculo, presente o televidente, que no puede ser robado de la forma como sucedió en la pre-estelar entre Lucas Mathysse y Roberto Ortiz el sábado.
A través del tiempo el público, porque paga la fiesta, es llamado EL RESPETABLE, no por gusto, menos para que se aparezca cualquier individuo acreditado con licencia de juez o de referí y pisotee el legado histórico del oficio y al deporte como tal.