“Marquez no solo es Dinamita, pero una Maravilla también.”

A Juan Manuel Marquez le apodan “Dinamita”, pero el púgil azteca es mucho más que esto. Juanma es una “Maravilla” y si no que se lo pregunten a Mike Alvarado y a todos los millones de fans que vieron el combate entre el mexicano y el México-americano el sábado. He estado urgiéndole al gran púgil mexicano que se retire, porque a los 40 años le puede llegar el “viejazo” de repente, como le ha llegado sin avisar a decenas de púgiles que se han aventurado a seguir en el ring cuando ya se aproximan a las 4 décadas. Llega un joven talentoso y con hambre de gloria y todo el trabajo hecho durante una ilustre carrera se viene abajo. Eso le sucedió a Daniel Zaragoza, quien a los 40 años intentó defender de nuevo su título mundial supergallo, pero llegó Erik Morales y de golpe y porrazo lo desapareció del ring. La brillante carrera de Zaragoza quedó marcada con una derrota por KO ante Morales en la última pelea de su carrera.

Como admirador de “Maravilla” Márquez no quiero que esto le suceda al gran púgil mexicano. Pero después de verlo lucir un cuerpo de 25 años a sus 40 y una velocidad de puños que le envidiarían muchos púgiles con la mitad de su edad, no me queda otra cosa que maravillarme con el cuatro-veces campeón mundial mexicano. Márquez, sin ser músico, nos entregó un recital arriba del ring. Alvarado, 7 años menor, más alto y más corpulento, recibió una lección de box del gran maestro mexicano en todos los aspectos del pugilismo. Alvarado fue superado en las cuerdas, en medio del ring, en boxeo y en intercambio de golpes. Podrían ser sur genes, su vida ordenada, su habilidad para boxear o una combinación de todo esto, pero Juan Manuel Márquez es un superdotado. Claro, podemos mencionar que George Foreman fue campeón mundial a los 46 años, que Evander Holyfield todavía peleaba bien a los 40 años, que Vitali Klitschko todavía era campeón a los 40 años, pero ninguno de estos púgiles mencionados podía moverse en el ring como lo hacían cuando tenían 30 años. Lo maravilloso de Márquez es que a los 40 años su desplazamiento en el ring es igual o mejor que hace una década. Las combinaciones que le tiraba a Alvarado a dos manos eran tan veloces como aspas de helicóptero. Cruzados de derecha, jabs, rectos de izquierda y derecha, opercots y el clásico uno-dos los repetía Márquez en cantidades industriales. Nadie, ni el defensivo Floyd Mayweather Jr., hacen del boxeo un arte como lo hace Juanma. El pobre de Mike Alvarado había jurado que retiraría a Márquez, pero falló en su estrategia de presionar en cada asalto al veterano púgil mexicano. Su esquina le urgía que tirara golpes yendo hacia adelante aunque lo golpearan, pero Alvarado hacia caso omiso de los consejos de su entrenador, simplemente, porque no podía hacerle nada al gran maestro mexicano. Trató de boxearlo y recibió una paliza. Luego trató de presionarlo y recibió otra cueriza.

“Pude haber ganado boxeando, pero me metí a los intercambios de golpes, porque este es el tipo de peleas que le gustan a los mexicanos. Lo hice por todos los mexicanos”, dijo Marquez después del combate.

Por su pelea ante Alvarado, Márquez recibió una humillante bolsa de $1.4 millones de dólares. Esta bolsa es humillante, porque si bien Márquez no está en la categoría taquillera de un Manny Pacquiao o un Money Mayweather, ciertamente merece mucho más que los $1.4 millones que le pagó Bob Arum.

Ahora, como el jinete que le pone una zanahoria en frente al burro para que camine, Arum está tentando a Márquez con 10 o 12 millones de dólares por una quinta pelea ante Manny Pacquiao. El filipino ciertamente ya no es el mismo guerrero indomable de hace unos años, no solo por su edad, pero porque nocauts como el que recibió ante Márquez son de esos que dejan secuelas. Tanto Márquez como su entrenador Nacho Beristain han dicho en repetidas ocasiones que no pelearán con Pacquiao una quinta vez, porque quieren saborear por el resto de sus vidas ese espectacular nocaut que le dio vuelta al mundo en el 2012. Pacquiao sigue siendo un rival muy peligroso y no hay que olvidar que estaba a punto de noquear a Márquez cuando llegó ese brutal derechazo que dejó como muerto en la lona al filipino.

El mexicano, en una entrevista después de la pelea ante Alvarado, no quiso comprometerse a otro combate con el filipino. El dijo que iba a descansar, a disfrutar de su victoria y que consultaría con su familia y entrenadores antes de decidir que sigue en su brillante carrera. Es muy difícil buscar el retiro cuando se ha boxeado tan brillantemente como lo hizo Márquez ante Alvarado, pero sería un éxito hacer lo que hizo el gran Ted Williams, toletero de los Medias Rojas de Boston, cuando anunció su retiro y en su último turno al bat, pegó un cuadrangular. Márquez podría hacer lo mismo.